martes, 30 de abril de 2013

MAQUILADORAS

MAQUILADORAS

Miguel A. Suárez Sandoval        


Maquila, según la Academia de la Lengua Española, es: «Porción de grano, harina o aceite que corresponde al molinero por la molienda».
Como palabra deriva del árabe makila. En algunos países se le conoce como sinónimo de «fábrica».
Se estima que el origen de las maquilas se remonta al siglo XIX en los ingenios azucareros de las Antillas, que obtenían materia prima (la caña de azúcar) de los cultivadores a quienes llamaban colonos; éstos cobraban en  azúcar el valor de la caña entregada, de acuerdo a las normas establecidas por los mismos ingenios. (lamaquilaura.bloc.com).
Maquilas también se les llama a las empresas que se dedican a producir o fabricar productos para la exportación; casi todas trabajan con mano de obra femenina; funcionan según la lógica del libre mercado, su objetivo es bajar costos y aumentar  la productividad. Se caracteriza por tener una política antisindical y falta de cordialidad con las organizaciones sindicales.
Las condiciones desfavorables en las que trabajan las mujeres maquiladoras  –cosen y ensamblan las partes de una prenda– son simplemente medievales. Trabajan a destajo donde no se respeta la dignidad humana, derechos laborales básicos como descansos y remuneración, ni la protección sobre seguridad social, donde las mujeres maquiladoras terminan trabajando con un salario y condiciones de trabajo que se parecen a la esclavitud y es el origen o causa de la pobreza. Según Washington Mendoza Aguirre, la maquila es un sistema de «producción» y «explotación» (Consumo, Cuidado con el Libre Comercio. ¿Menos subsidios agrícolas en el Norte?, un organismo con piola).
Hemos dicho que el objetivo del maquilero, dueño de la máquina o de la fábrica, entre otros, es aumentar la producción, según lamaquilamaura.bloc.com, como muchos otros comentaristas escogen mano de obra femenina con la intención de abaratar los costos laborales, que la prefieren bastante joven, entre los quince (15) y veinticinco (25) años; mujeres solteras, sin hijos y que no estén embarazadas, siendo esto para los maquiladores causal de despido aún contra la ley.
Hay gran discriminación, sobre todo en cuanto a salario, aún desarrollando los mismos trabajos que los varones; tienen jornadas de trabajo excesivas en centros de trabajo mal ventilados; son víctimas del acoso sexual y se les obliga a trabajar con gran retención de la orina, que les provoca problemas de salud como vómitos, sinusitis y alergias.
Productividad entendemos que es: la producción (de trabajo) en un tiempo determinado dentro de las facultades colectivas de la mano de obra e implementos que disponga; también se puede decir que es: la cantidad de bienes materiales producidos en una unidad de tiempo; pero hay que comprender que la productividad depende de una serie de factores, entre los que se debe tener presente la destreza del trabajador, la disponibilidad de la ciencia y la tecnología, condiciones de trabajo y el estado de ánimo del trabajador, por lo que el dador de trabajo debe darle al trabajador un nivel de salud compatible con la labor a realizar y no buscar simplemente relocalización o, mejor dicho, instalación de fábricas de países desarrollados en otros subdesarrollados para bajar sus costos de «producción» sin respetar ni reconocer ningún beneficio a los países receptores. Actualmente se han instalado en América Latina donde se dice que la mano de obra puede resultar más barata que en Taiwán o Corea del Sur.
Alma Espino y Paola Azar nos dicen que: “… la posibilidad de desplazamiento de las empresas fuera de sus fronteras constituye una presión para las organizaciones de trabajadores y limita sus reivindicaciones” (Comercio Internacional: ¿Una oportunidad para la equidad social y de género?, pág. 11).
Martín Barrios Hernández dice que: «Las jornadas en las plantas maquiladoras de la región, se caracterizan por la sobrecarga de trabajo,  descuentos por retardos o faltas injustificadas, que pueden ser de dos a tres días de salario, omisión en la afiliación al seguro social de sus trabajadores, además de una fuerte presión para que  abandonen su derecho a una participación  sindical…» (Martín Carlos Ramales Osorio: La Crisis Financiera Internacional y la Economía Mexicana en el Contexto del TLCAN).
Comentan que el negocio de las maquilas es algo engañoso. En los países donde se produce, exporta una cantidad de millones de dólares; pero, al mismo tiempo, las empresas importan una cantidad muy similar. De hecho se trata de los mismos productos que han sido nuevamente reexportados.
El saldo que queda después de las dos operaciones, «… por concepto de arriendo de terreno a las maquilas, salarios de hambre, costos de aprovisionamiento como agua potable, electricidad y mantenimiento de las máquinas. No se cobran impuestos sobre las exportaciones ni las importaciones, ni tasas comunales o derechos de aduana». «Ni tampoco transmiten conocimientos y tecnologías avanzadas, según estudio de Oxfam, Bélgica; y vuelven insensibles a los que deciden su instalación en los países receptores. Como hemos dicho supra, los recién nacidos hijos de las maquiladoras nacen bajos de peso, según Silvia Guendelman y Stevan Samuels.
Rosa Cobo, de la Universidad Autónoma de Madrid – España, comenta que: “… las maquilas o zonas francas ofrecen nuevas oportunidades de trabajo, pero bajo condiciones propias del siglo XIX”. Y agrega: “En general, suelen ser empleados o sujetos a ‘contratos temporales’; expulsadas cuando no cumplen con las más altas tasas de productividad y con sueldos, en muchos casos, por debajo de la subsistencia”. (El Siglo del Torreón.commx, del viernes 9 de enero del 2004).
Al respecto nos dice el Rvdo. P. Casimir Puskosius CMRI que: “A la causa de la triste historia de las fábricas explotadoras de obreros (…) los gobiernos deben tomar medidas para imponer el salario mínimo cuando no existan gremios lo suficientemente fuertes para forzar a los patrones a pagar un salario vital”. (El trabajador merece su sustento (…) La necesidad de un salario mínimo obligatorio).

MANO DE OBRA FEMENINA


MANO DE OBRA FEMENINA

Miguel A. Suárez Sandoval



A la memoria de Lucy González Parsons, esposa de Albert Parsons, uno de los mártires de Chicago, en la Conquista de las Ocho Horas. Afroamericana que jugó un papel de vanguardia en la lucha social. Única mujer afroamericana que trabajó codo a codo con su esposo y otros inmigrantes, corriendo todos los riesgos en la lucha por las ocho horas. (Ver: Mártires de Chicago en la Jornada de las Ocho Horas – Auténtica Conquista de los Trabajadores).



Iniciamos este sencillo aporte transcribiendo lo que nos dice la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su Comunicado de Prensa del 5 de marzo  del 2010: “… todavía existe una gran brecha entre hombres y mujeres con respecto a oportunidades de trabajo y calidad de empleo…”. Y agrega en dicho comunicado: “… la discriminación permanece profundamente arraigada en la sociedad…”. Y añade: “… y la igualdad entre hombres y mujeres en el mercado laboral está aún muy lejos de ser una realidad”. (Más mujeres eligen trabajar, pero la igualdad de género en el trabajo aún está muy lejos).

Antecedentes
En la antigüedad (Grecia) «los filósofos deploraban que la obligación de ganar su vida desviara a los mejores del estudio de la sabiduría...». Aunque creemos que la opinión que se pueda dar, en mucho depende del origen  de quien la da, así, por ejemplo, Sócrates, «… hijo de un picapedrero y de una comadrona, no despreciaba a los trabajadores» y en una oportunidad dijo: «No es  indigno de una gran dama poner las manos en el trabajo» (Historia del Trabajo, Luis René Nougier, Serge Sauneron y otros. T. I pág. 262).
El trabajo de las mujeres siempre ha existido (Historia Universal Santillana, T. 3, pág. 26). Refiriéndose al trabajo de la seda en la China: «Según las evidencias arqueológicas ya se elaboraba hace más de 5500 años». Y agrega en sus comentarios que: «El  hilado de la seda se consideraba una tarea doméstica de la mujer…». Con esto podemos concluir que el trabajo femenino, al canto de cualquier nombrecito que se le haya dado, estuvo y estará siempre en el mundo laboral; y los historiadores Ángeles y Braulio López Ayala, en su obra  Mujer y Trabajo, enfatizan que ya en el año 1600, para regular el trabajo de la seda se promulgó una Ordenanza Real Pragmática en el reino de  Granada, España.
Cuando se le permitió trabajar a la mujer, por simplemente serla, se le asignaba diferentes tareas, tales como comadronas, enseñanza en los conventos o azabacheras.
Los mismos historiadores dicen que las mujeres trabajaban desde años y que han ayudado a sus parejas y quizá la ocupación más reseñable era la que realizaban las viudas en forma asalariada. Esto nos hace recordar el pasaje bíblico de Rut y su suegra Noemí, quien –de acuerdo a la Ley del Levirato, vigente en aquel entonces en Judea– la aconsejó que fuera a espigar, labor que se efectuó en tierras de Booz; éste al comprometerla le dijo: «Jehová galardone tu obra, y tu remuneración sea llena». (Rut 2; 12). Es decir, la futura clase trabajadora reafirmó el concepto de pago o remuneración. Pero el salario no tenía la importancia que alcanzó después y que, más que nada, significaba un valor espiritual. Las mujeres ayudaban a sus parejas y/o para mejor subsistir, de igual manera a las  hijas –cuando llegaban a los diez o doce años–  las entregaban para servir en casas de familias pudientes (lo que se consideraba, en aquel entonces, un halago).

En los primeros años del cristianismo
A la mujer, por el hecho de serla se le asignaban diferentes tareas que no se les daba a los varones (comadronas, en la enseñanza y en los de azabacheras.
En aquel entonces, para ejercer justicia, se aplicaban Las Partidas de Alfonso X el Sabio.
Recalcamos que, por su condición de mujeres, se les permitía trabajar como prostitutas (mujeres deshonestas), con derecho a ejercer libremente su sexualidad, excepto en semana santa; y como concubinas o barraganas, con acuerdos debidamente legalizados.
Hemos encontrado que en los primeros siglos del cristianismo, como en la Edad Media, “… el trabajo más común era el de criadas, y en la mayoría de los casos era un trabajo retribuido en especie, mediante cosas, ropa y/o comida. En algunas ocasiones se hacían arreglos sobre las menores, hasta por un lapso de diez (10) años, lo que provocaba que el dinero lo recibiera el tutor o padre, y nunca la mujer que era quien realizaba el trabajo, y se permitía o se toleraba la barraganía o concubinato, aunque la norma exigía los mismos requisitos que para el matrimonio, pero no se cumplían.
“Barragana”, voz compuesta. Y según Las  Partidas del rey Alfonso X, deriva de  “barra”, de origen arábico, que significa “fuera” y de “gana”, voz latina que equivale a “ganancia”. Todo leído de corrido: “Ganancia hecha fuera del mandamiento de la Iglesia”.
En la barraganía, generalmente, había una gran diferencia de clase social. Las mujeres se iniciaban como criadas de un señor o clérigo. Las tomaban como criadas o sirvientas y concluían siendo barraganas.
La barraganía llevó consigo deberes y derechos no recíprocos; las fuentes silencian las obligaciones del hombre y solo se refieren a las barraganas.
La mujer para iniciarse como criada y terminar como barragana debía tener no menos de doce (12) años cumplidos, y no haber tenido experiencia sexual. Se permitía la barraganía de dos personas (hombre y mujer) aunque el hombre fuese de gran dignidad, pero siempre y cuando la barragana no fuese sierva o hija de sierva.
Más o menos en los años 300 a 306 se prohibió totalmente a los obispos, presbíteros y diáconos y a todos los clérigos  que ejercieran en el ministerio sagrado, el uso del matrimonio y la  procreación de hijos…

   En los primeros años del Perú republicano
Se comenta que en los primeros años del Perú, al darse la libertad a los negros, muchos de éstos no tenían dónde vivir, ni en qué ocuparse; es así como se comprometieron con las amas de casa para ocuparse como «sirvientes».
Así nace el servicio doméstico o trabajadores del hogar, como también se les llama actualmente en el Perú, y se le considera uno de los trabajos más antiguos. Posteriormente, la rama que ocupaba más mano de obra femenina es la textil y confecciones, adquiriendo pleno derecho a fines del siglo XVIII.
En el mundo en que vivimos, los derechos de la mujer son violados con frecuencia y muchas leyes y prácticas discriminatorias limitan los derechos civiles y políticos de la mujer, igual que sus derechos económicos, culturales y sociales». (Folleto de las mujeres contra la violencia y la pobreza – Confederación Mundial del Trabajo – Bruselas, Bélgica – setiembre, 2000).
En la primera mitad del siglo XIX el invento del alumbrado artificial determinó «… la ampliación de la jornada de trabajo, que se prolongaba durante parte de la noche», quien así se expresa es Luis Alcalá Zamora y Castillo  (Tratado de Política Laboral y Social – T. I, pág. 286). Esto se ocasionó ante la negativa de los trabajadores adultos a realizar tareas nocturnas por mujeres y niños.
El verdadero incremento de mano de obra femenina se da con las dos guerras mundiales que aumenta la oferta de mano de obra extranjera. Se dice que por «la demanda de tropas, la Primera Guerra Mundial dejó pocos hombres para las fábricas de abastos, que generó, por primera vez, el verdadero empleo de mujeres a gran escala, en fábricas, granjas y servicios públicos como correos y manejo de ambulancias».
Después de la primera Guerra Mundial se produjo una gran depresión económica; pero se levantó la economía con la creación de empleo (Estados Unidos de América) y creación de “puestos de trabajo”. Por ejemplo en Alemania.
A consecuencia de las guerras mundiales donde se necesitaron muchísimos soldados y estos eran víctimas de muertes masivas, dejaron sin mano de obra a la industria: consecuentemente otra vez escaseó, y produjo la aparición de la mano de obra femenina en la industria pesada, llegando un momento en que las mujeres ocuparon más del cuarenta por ciento (40%) de los trabajadores metalúrgicos.
Pero, ahora, con la globalización y, sobre todo –con la crisis– la reducción de la mano de obra industrial, «la situación de las mujeres que trabajan se degrada en lugar de mejorar […] debido a la globalización de los mercados» (Mundo Sindical, Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres [CIOSL], N° 4 – Diciembre, 1997, pág. 9 – Bruselas, Bélgica). La reducción de los empleos públicos y congelamiento salarial; aumento de los trabajos eventuales de tiempo parcial que produce un deterioro de las condiciones de trabajo, todo esto es con la finalidad de encontrar la forma de salir de la crisis económica, enfrentar la economía globalizada y mejorar su posesión de competitividad en el mercado (Juan Manuel Sepúlveda Malbrán y María Luz Vega Ruiz: Las Relaciones Laborales: Un Desafío Para el Sindicato –OIT– Pág. 21).
Nos dice Alfredo Néstor Atanasof que “el trabajo a tiempo parcial” se ha transformado en la herramienta para incorporar masivamente a la mujer en el trabajo asalariado, dando lugar a la lucha por derechos laborales específicos al doble trabajo femenino (Fábrica – Hogar).
Existen ciertos sectores de la actividad laboral, que generalmente son ocupados por mujeres, como por ejemplo los trabajadores de la salud (donde ellas son mayoría: enfermeras y técnicas), la docencia y les sigue el sector de las trabajadoras domésticas (o trabajadoras del hogar). No es una casualidad, sino que las mujeres tienden a cuidar a su prójimo; además podemos considerar a las textiles. No es fácil determinar la razón, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Las mujeres, sobre todo casadas, abandonan su domicilio para ir a trabajar. Algunos comentaristas creen que es porque en su domicilio no tienen más interlocutores que sus niños. Y otros autores lamentan que vayan a trabajar aun sin tener necesidades económicas que las obliguen. Y agregan que desconocen la conclusión de estudios realizados sobre el particular en los que se establece: «… esta doble carga que se exige de las mujeres es un esfuerzo agotador, que pagan muy caro con el elevado porcentaje de invalidez prematura» (Anne Marie Dührssen: Psicoterapia. Problemas en Torno al Trabajo). Además el estrés en la mujer que trabaja produce consecuencias en el desarrollo psicosocial del niño.
Que el trabajo femenino  se explica, nos dice Luis Mora, por la creciente «feminización de la responsabilidad y de la obligación» (Globalización, Migración Internacional y de Visión Sexual en el Trabajo. Una mirada desde el género y los derechos reproductivos).
En una entrevista que se hizo, aunque de manera un poco informal, se sacó como respuesta –dada por las mismas trabajadoras– que la remuneración de sus cónyuges no era suficiente para sostener los gastos de mantención, y otras dijeron que lo hacían para desarrollarse o realizarse. La realidad es que la mano de obra femenina en el mundo, es como un pulpo que va copando todo, y dicha oferta hace que el salario real o natural descienda y la desocupación masculina aumente. No hay en el Perú una estadística que nos revele en qué medida las mujeres casadas prefieren el trabajo a su matrimonio. Según un dato esporádico que hemos encontrado, Yolanda Vaccaro dice que en España «… el tiempo dedicado por las mujeres al trabajo en hogares ha descendido de ocho a seis horas diarias». (El Comercio de Lima, domingo 4 de enero del 2009 – bc- Zona Mundo). El aumento del número de mujeres casadas que trabajan, reduce las posibilidades de conseguir trabajo a los varones.
En el sector cultural medio existe gran número de mujeres que por su propia decisión intentan compatibilizar el trabajo con la atención casera o familiar. El trabajo en el caso de las mujeres y el interés familiar es muy diferente en cada situación, de acuerdo a las diversas y múltiples circunstancias y no lo hacen mal.
Al respecto las opiniones están divididas; por ejemplo, el economista Juan José Becerra anota: «Los hogares dirigidos por mujeres progresan más que los dirigidos por hombres, aislando los factores de otras variables como educación, consumo inicial, tamaño del grupo familiar, nivel de dependencia». (Revista El Sanmarquino – Año 2, N° 4,  pág. 13 – Lima, octubre 2009).


Opiniones sobre inteligencia y edad
Estudios científicos han concluido que las mujeres tienen genes «que les permiten desarrollar la intuición mucho más que a los hombres e interpretar mejor, por ejemplo, el lenguaje corporal, lo cual se relaciona con la inteligencia emocional».
El científico Antonio Demasio habla de señales intuitivas con que cuentan las mujeres que en ciertos momentos «se reportan como una especie de alarma automática que les alertan con respecto a algún peligro potencial o un camino a seguir»; qué trabajo aceptar.
Nos dice el profesor Theo Wurch, que en cuanto a la inteligencia tanto a la mujer como al hombre se les considera iguales; pero, la mujer presenta una mayor resistencia a la monotonía; en estos casos se ha de tener en cuenta que en los trabajos monótonos debe de haber un descanso de cinco minutos al final de cada hora de trabajo. El tratamiento en el trabajo debe ser de acuerdo a su edad, por ejemplo en la pubertad su cuerpo se encuentra en un estado de inestabilidad y fragilidad, es más vulnerable a cualquier factor nocivo ligado al trabajo; en la etapa de madurez sexual durante el estado de gestación se debe tener una gran atención en el primer trimestre; en este lapso la mujer-trabajadora no debe realizar trabajos en máquinas, ni conducción de vehículos (C. Simonín: Medicina del Trabajo, T. I.  Theo Wurch: Patología Profesional de la Mujer y de la Adolescente, págs. 583/587).
En algunas evaluaciones las mujeres valuadas como trabajadoras han dado un resultado similar a las de los varones. Es decir, lo contrario de lo que dicen que son menos productivas que los varones. Y en ciertos casos son ligeramente superiores.
Las mujeres que laboran en estado de gestación no deben trabajar para evitar malformaciones del feto, por ejemplo las fisuras labiopalatinas, que se presentan generalmente en el primer trimestre «… período en que la guagua se desarrolla y adquiere su forma y estructura». Estas malformaciones se producen por el estrés materno; en este  período se debe  cuidar  muchísimo  a la  mujer  trabajadora  gestante: evitarle radiaciones (radiografías), no exponerla a infecciones virales, etc.
La Declaración de Barcelona –celebrada entre los días 23 y 27 de setiembre del 2001, en su punto 2 dice: «Toda mujer tiene derecho a que en cualquier país del mundo, los gobiernos les garanticen una maternidad sin riesgo. Esta garantía se ha de traducir en asignaciones presupuestarias en los países en vías de desarrollo y, en el caso de los países desarrollados, a priorizar la maternidad sin riesgo dentro de sus programas de cooperación. Las embarazadas inmigrantes tienen derecho a ser atendidas en igualdad de condiciones que las del país de recepción o asilo».
«La protección de la mujer embarazada o lactante, debe comenzar con la reducción de los esfuerzos que ha de realizar, mediante la adaptación de horarios de trabajo o a protegerla frente a trabajos peligrosos o perjudiciales para su salud». En estos casos es muy necesaria la participación del médico especialista en medicina del Trabajo.
A lo dicho debemos agregar que los especialistas recomiendan que a las trabajadoras embarazadas –previa consulta con el médico especialista en medicina del Trabajo– de la empleadora, en el lapso del segundo o tercer trimestres de gestación se les debe vacunar, sobre todo cuando atienden a pacientes víctimas de tuberculosis o haya el riesgo de contraer tétano(  ); y en general a todos los trabajadores que tengan un puesto con especial riesgo; porque muchas veces los pacientes con tuberculosis no completan sus tratamientos y esta enfermedad  se hace muy resistente.
Algunos países establecen listas, incluso bastante detalladas, de los tipos de trabajos prohibidos para las mujeres embarazadas y/o lactantes, por ejemplo Austria y Alemania.
En Japón y Perú se prohíbe el trabajo subterráneo femenino durante el embarazo y, en el primero de los nombrados, el primer año posterior al parto; en algunos otros países se prohíbe asignar trabajos fuera del lugar de residencia estable de la trabajadora  embarazada  hasta  después  del cuarto mes del parto.
En Angola, Bulgaria, Haití, Alemania y Rumania se exige al dador de trabajo o empleador trasladar a la trabajadora embarazada a un puesto de trabajo adecuado, garantizándole no reducir su salario aunque el nuevo puesto sea inferior. En algunos casos de no poder cumplir con lo anteriormente dicho, el Estado, por intermedio de la institución previamente establecida, cubre la diferencia.
De producirse discrepancia entre el empleador y la trabajadora se acata la decisión del médico especialista en medicina del trabajo. Las transferencias de la trabajadora por el estado de embarazo es temporal y la trabajadora tiene el derecho de ser reasignada a su trabajo anterior.
En el Perú, con fecha 15 de enero del 2010, se promulgó la Ley N° 29497, en cuyo artículo 10° se anota: «La madre gestante, el menor de edad y la persona con discapacidad que trabajan tienen derecho  a la defensa pública, regulada por la ley de la materia».
Toda mujer tiene derecho a no sufrir discriminación(  ), ni penalización, ni marginación social a causa de una interrupción voluntaria de su embarazo. Las mujeres tienen derecho a un acceso fácil a servicio de calidad para tratar las complicaciones derivadas de un aborto.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres representan el 31 % de la mano de obra formal en los países en vías de desarrollo. Las enfermedades que sufren entre los 15 y 44 años están relacionadas con el embarazo, el parto, el aborto, el contagio de VIH y las enfermedades del aparato reproductor. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha revelado que cada año mueren medio millón de mujeres por causas relacionadas con el embarazo y el parto.
Desde épocas de la existencia de la esclavitud se decía: «La esclava preñada y parida es inútil muchos meses; y, en este largo período de inacción su alimento debe ser mayor y de mejor calidad. Esta privación de trabajo y aumento de costo de las madres sale del bolsillo del amo…» (Aurelia Martín Casares: Antropología de Género: Culturas y Estereotipos Sexuales, pág. 210).
Según las Leyes de Indias, en la parte de América del Sur, ya en el siglo XVI, durante el gobierno de Francisco de Toledo (1569 – 1581), la legislación estaba, para su época, bastante avanzada. Por ejemplo: “Se prohibía el trabajo de las indias durante el embarazo” (Luis de Alcalá – Zamora y Castillo: Tratado de Política Laboral y Social - T. I, pág. 222).
La Declaración de Barcelona, en su punto octavo establece: «Toda mujer tiene derecho a una nutrición adecuada durante el embarazo».
En el caso de las trabajadoras, cuando son sometidas a un examen previo a iniciarse en el desempeño de un trabajo (ocupación de un puesto de trabajo), suele presentarse un conflicto médico-patrono. El criterio del dador de trabajo ante una mujer embarazada es no darle el puesto sino hasta después que haya tenido lugar el parto. Según la reiterada forma de proceder “el médico debe guardar el secreto profesional; no debe revelar a tercero el estado de gravidez que descubre”. “Además su completa independencia técnica no le permite seguir las directrices patronales”. En la profesión médica “la discreción es una cualidad indispensable”. Quienes esto aconsejan son nada menos que el maestro C. Simonín y profesor Dr. Mehl (Control Médico en la Contratación – Deontología de la Medicina del Trabajo, T II, págs. 150 y 295).
Los trabajos en horas extraordinarias en ningún caso deben permitirse que lo hagan las mujeres-trabajadoras gestantes, de ninguna manera ni motivo el uso de herramientas manuales de vibración (  ), de igual manera evitar retención de líquidos durante el embarazo o menopausia; y, ni en casos de invalidez de cualquier tipo.
Algunos autores, como Manuel Parra, creen que al trabajo femenino se le debe acortar la carga del trabajo exclusivamente a los requerimientos «durante la jornada», entendiéndose como  la carga de trabajo «al conjunto de requerimientos mentales y físicos a que se ve sometido un trabajador o una trabajadora para la realización de su tarea»;  y recalca el autor que: «… especialmente a los docentes».
Con motivo de la firma del Tratado de Libre Comercio, entre los países de América del Norte, en la frontera de México y Estados Unidos de América, la mano de obra femenina es ampliamente utilizada en la industria maquiladora(  ) y hay un aumento del 20% en las ramas electrónica y textil donde se ocupan mayor número de mujeres ensambladoras; aunque se dice que no gozan de buenas condiciones de trabajo; no hay evidencia del deterioro en su salud; pero sí los recién nacidos hijos de las maquiladoras nacen bajos de peso (Silvia Guendelman, Steven Samuels: Relación entre Salud y Renuncia al Empleo en Trabajadoras de la Industria Maquiladora Electrónica de Tijuana).
La mano de obra en el trabajo está muy discriminada. Según las estadísticas, las mujeres más que los hombres, pues éstos ocupan los mejores puestos. Las mujeres representan el 52% de la población mundial, empero en el  sector público ocupan solamente el 25% de los puestos.
A lo que hay que agregar que en la fila de los mal llamados empleados hay mayor número de mujeres que entre los trabajadores manuales y el número va en aumento, según algunos autores (El Trabajador de Clase Media, David Lockwood – Miguel A. Suárez Sandoval – Reflexiones Sobre Derecho Sindical, pág. 27, 1985).
En Marruecos «las mujeres, que ocupan la tercera parte de los puestos de la administración pública, están relegadas a los puestos más bajos de la jerarquía» (Visión Sindical – Confederación Sindical Internacional [CSI] – Enero, 2007, pág. 2 – Bruselas Bélgica). Y nos ilustra Dolores Bramon que en el país mencionado el proletariado femenino ocupa puestos claves en las industrias de exportación, textil, alimentaria y en el sector educación. De igual manera, en la mayoría de los países árabes, gracias a su esfuerzo, han llegado a ser un tercio del número total en las universidades de los miembros de la función pública (Cuando los Hombres Tergiversan las Leyes de Dios).
Donde la igualdad entre los hombres y las mujeres había mejorado es en España, donde la tasa de ocupación femenina, en los últimos veinticinco años ha pasado del 23% al 44% (2009).
Las trabajadoras también son víctimas de ciertas costumbres y supersticiones arraigadas en la población mundial, por ejemplo, se les restringe el trabajo en las minas, en la navegación marítima.
Las trabajadoras domésticas, en su mayoría, son víctimas en sus diversas modalidades, especialmente sexual. En los pueblos orientales existe la creencia, muy corriente como salvaje y mundana, que: “el hecho de desflorar a una chica tiene virtudes rejuvenecedoras para el autor”. (El Mundo Sindical Nº 10, pág. 14 – octubre de 1998- Confederación de Organizaciones Sindicales Libres CIOSL – Bruselas, Bélgica).
El abuso sexual contra las domésticas, según costumbre oriental de desflorar a las niñas les produce el mismo síndrome llamado  síndrome de adaptación.
Pero “la capacitación ha facilitado el acceso de mujeres a puestos tradicionalmente masculinos y femeninos, y viceversa”.
En el mundo se está presentando un déficit de mano de obra en la minería y por eso se está convocando mano de obra femenina. Y muchas empresas se encuentran impulsando la iniciativa “para aumentar la presencia del género femenino”. Se ofrece equidad en las remuneraciones, horarios flexibles en el post parto, remuneraciones suplementarias por licencias por maternidad.
La finalidad es solucionar la escasez de mano de obra calificada. Para tal efecto se hacen citaciones para capacitación y competir con los varones en iguales condiciones.
Recalcamos, para las mujeres ha quedado la carga y la conducción del hogar, sobre todo en los pueblos orientales, como lo veremos más adelante; aunque ahora se han abierto ciertas oportunidades o nuevas puertas para el género femenino, como, por ejemplo, las fuerzas armadas y policiales, que antes sólo eran para los hombres. «Por primera vez en la historia de Colombia una mujer (alcanzó el grado de) general. Se trata de […] Luz Marina Bustos Castañeda, luego de veinte años en la Policía Nacional. Es abogada especialista en Derecho Administrativo. Sus actividades policiales las ha desarrollado en Bogotá» (Mario Queda: Latino. Bogotá, 7 de noviembre del 2008).
«Hussnia Jebara, del partido izquierdista Meretz, es la primera mujer musulmana de origen árabe que ocupa un escaño en el parlamento israelí (la kesset). Hussnia Jebara fue electa en las legislativas de mayo pasado (2010) y era hasta entonces encargada del Departamento de Países Árabes del Instituto Internacional de la Histadrut, la central sindical israelí afiliada a la CIOSL» (El Mundo Sindical – Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres [CIOSL], junio 1999 - N° 6, pág. 4).
Se cree con justa razón que el siglo XXI se caracterizará por el incremento de la participación de la mujer en la vida política, cultural, social y laboral; y esto se notará en la participación en los gobiernos, partidos políticos y lucha sobre reivindicaciones sociales.
Las mujeres-trabajadoras son, además, ordenadas y más minuciosas. En algunos lugares, por esta cualidad, prefieren a las mujeres torneras por su precisión, paciencia y, hasta podemos decir, belleza de las piezas que trabajan. De las mujeres-trabajadoras se puede prescindir en la etapa de producción, porque no son tan rápidas como los varones; pero son muy buenas como diseñadoras y se les prefiere en lo que concierne al control de calidad.
De las investigaciones se han recabado argumentos que diferencian las tareas masculinas y las femeninas: “Las mujeres son más disciplinadas, soportan mejor las tareas monótonas y repetitivas; sus dedos más delgados y ágiles son adecuados para las labores de montaje en la microelectrónica; su minuciosidad  es ideal para la digitación; y, al contrario, la falta de formación técnica para las tareas calificadas para el mantenimiento de las máquinas y para el manejo de máquinas más complejas”. (E. S. Lobo: Trabalho Femenino: elas vierano para ficar. Mencionado por Godinho – Delgado, María Berenice, Balcao – Mujer y Trabajo).
En el Callao, puerto principal del Perú, en el Muelle Sur, hay unas grúas que pueden atender naves con una capacidad de seis mil (6,000) contenedores, que solo se atienden en los terminales portuarios más importantes del mundo (2011).
Cada grúa puede movilizar directamente los contenedores del muelle al barco y viceversa (estiva y desestiva), el brazo tiene un alcance de cincuenta y seis (56) metros y un izaje de cuarenta (40) metros; cada grúa puede izar simultáneamente dos (2) contenedores.
Se comenta que entre los operadores de grúa está representado el género femenino.
Aunque en un porcentaje mínimo, la mano de obra femenina también está incursionando en la industria de la construcción civil.
Existen organizaciones que promueven la incursión de las mujeres en construcción civil y las capacitan para que en el ejercicio de su trabajo estén a la par con los varones; por ejemplo (en Brasil) el Proyecto Mano de la Masa (Mao na Massa, en portugués) que promueve la inserción femenina en el mercado laboral y el rescate de su autoestima.
Norma Sá, coordinadora de Mano en la Masa nos dice: “Buscamos romper el paradigma de que la mujer no puede tener una obra” (edificio en construcción).
Y continuando con la mano de obra en construcción civil, se dice que son varios los motivos o causas que han hecho que las mujeres incursionen en los trabajos, antes reservados para los varones. Por ejemplo, el económico; el tener una remuneración semanal, en especial en las familias de estratos humildes; el estudio de profesiones iguales a las de los hombres. Pero, en particular,  las mujeres que se titulan en una profesión y la ejercen se sienten liberadas y muchas de ellas convertidas en jefes de familia.
Podemos sintetizar diciendo que el gran incentivo para la incursión es la remuneración y la mejor calidad de vida que les otorga. Y es así como está invadiendo el campo antes reservado para los varones. Los compañeros de trabajo comentan que: “si una mujer ya era peligrosa con una escoba en la mano, lo es más con un martillo”. (Fabiana Frayssinet: Ladrillo a ladrillo, mujeres albañiles hacen patria en Brasil).
Comentan, nos dice la autora, que: “las mujeres son más detallistas y delicadas, desperdician menos material y con ello se ahorran costos”. Y agrega que cuando hay trabajadoras: “… los albañiles varones aparecen más aseados y perfumados y dicen menos palabrotas”.
Algunos críticos dicen que se ha derrumbado el mito de que construcción civil es un trabajo pesado para las mujeres. Y nosotros estamos de acuerdo que el gremio de construcción civil será menos machista.
En el Perú hay una incursión del género femenino en construcción civil; pero no intervienen en encofrado ni vaciado.
Por su parte, Marcela Robles, en un acápite agrega que: «… las mujeres necesitan confiar en ellas mismas» (El Comercio de Lima – Domingo 27 de junio del 2010 – Cultura – C23).

Grandes crisis
En lapsos de grandes crisis el comportamiento de las mujeres trabajadoras es más sereno que el caso de los trabajadores del género opuesto. Al respecto, Juan José López-Igor comenta que de los estudios hechos (en Francia) se ha comprobado que: «… ante las grandes crisis los hombres sufren más que las mujeres, porque en lugar de expresar abiertamente sus sentimientos, como lo hacen ellas para enfrentarse con el estrés o la frustración, usan mecanismos como la violencia o el alcohol» (J. J. López-Igor, director del Instituto de Psiquiatría y  Salud  Mental  del  Hospital Clínico San Carlos - Madrid, España).
La bióloga Christine de Lacoste - Utamsing, de la Universidad de Columbia, demostró que los haces de fibras nerviosas del cuerpo calloso, que une a los dos hemisferios cerebrales, son más voluminosos en las mujeres que en los hombres. Esto determina un intercambio de información más intenso entre ambos lados del cerebro y, por lo tanto, una capacidad mayor de integración a la hora de resolver los problemas que se presenten en la vida cotidiana», mencionada por Alicia López Blanco (La Intuición Femenina).
El profesor José Luis Carrasco (coordinador de la Universidad de Psiquiatría de Enlace y de la Universidad de Trastornos  de la Personalidad  - Hospital Clínico San Carlos – Madrid, España) coincidiendo y apoyando la opinión expuesta, anota: «… el hecho que la crisis afecte más a los hombres está ligado al paro o medio a no dar la talla destruye más las estructuras personales del varón…». También opina el profesor adjunto de Psiquiatría de la Universidad  George Washington, Robert M. Post: «…aquellos que sufren más porque el estrés laboral […], la depresión es una patología que  asociada al estrés, genera importantes daños cerebrales a los pacientes que pueden derivar en la aparición de demencias o enfermedades que afectan a la memoria, como el Alzheimer». (Ver: La Depresión).
Rosa Cobo, de la Universidad Autónoma de Madrid, España, dice que: “La globalización afecta más a quienes ocupan una posición débil en el aparato productivo y la mayoría de las mujeres está fuera de la economía”. (El Siglo del  Torreón.com.mx, del viernes 9 de enero del 2004).
Lamentablemente, como hemos anotado, en estos últimos tiempos la mano de obra femenina es la más vulnerable, no solo en el trabajo por cuenta ajena, sino en otros campos, como el sector informal (resultante de la escasez de trabajo subordinado y reducción del salario que obliga al crecimiento de la economía informal), donde las mujeres constituyen mayoría no sólo en los países en desarrollo, sino en los considerados desarrollados. La legislación laboral que las protege constantemente ha sido echada a la papelera; la razón es que la clase empresarial siempre ha tenido y tiene «gran poder».
En el sector laboral femenino son muy vulnerables las que atienden al público; las que toman decisiones que pueden afectar la vida de sus clientes o pacientes, las que trabajan en los centros de salud; las trabajadoras en jornadas nocturnas (  ) y las que trabajan solas. Sobre todo las mujeres están muy propensas a las violencias. Con la remuneración muy baja, salarios congelados, que constituyen actos de violencia contra el trabajador que poniéndose a la defensiva se vuelve violento.
Las trabajadoras que manejan dinero (cajeras) y laboran en largas jornadas, como no  pueden alejarse de la caja, ni para miccionar (mictio-onis) se ven obligadas a usar, por falta de reemplazo, toallas sanitarias; esto constituye vulneración de sus derechos; está científicamente comprobado que los trabajadores que «aguantan» las ganas de orinar por largos períodos les puede causar innumerables enfermedades como infecciones urinarias, cistitis, uretritis tumores pélvicos, cálculos y pielonefritis.

Choferes y choferesas
Además, estas enfermedades del trabajo las pueden contraer otros trabajadores, por ejemplo los choferes (o choferesas en el caso de mujeres) de camiones de reparto en las grandes ciudades, o camiones (trailer) en largas distancias o de alto riesgo geográfico, como la sierra peruana o el Himalaya, que retienen las ganas de orinar, por razones de su trabajo están en permanente movimiento.
Las ocupaciones que más reúnen mujeres son: “vendedoras y demostradoras de tiendas y almacenes”. Les siguen las domésticas y afines; trabajadoras en cuidados de personas y afines; y de servicios. La de conductoras de vehículos ocupa un mínimo porcentaje de mujeres y mucho menos el sector mecánico y mantenimiento de máquinas.
Que quien maneja mejor es una cuestión sin respuesta creíble; pero, algunos opinan que nada tiene que ver el género en este asunto y que todo depende de la preparación. No falta quien afirma que los varones, generalmente son conductores porque ese es su trabajo y de ello viven y que las mujeres solo lo hacen para movilizarse.
Hemos anotado que las mujeres en gestación, por la naturaleza de su trabajo, no deben trabajar para evitar malformaciones en el feto, por ejemplo las fisuras labiopalatinas que se presentan generalmente en el primer trimestre. De igual manera, en ese lapso no deben realizar trabajos en máquinas, ni conducir vehículos; y de ninguna manera ni motivo el uso de herramientas manuales de vibración; también evitar la retención de líquidos durante el embarazo o menopausia.
Choferes y choferesas. También se puede decir “chofer”, que es quien maneja un vehículo motorizado como automóvil, camioneta, camión, trailer, como un trabajo habitual y por cuenta ajena para de él vivir, y a la mujer que desempeña los mismos trabajos, en las mismas condiciones y con la misma finalidad, se le denomina “choferesa”.
El Derecho del Trabajo se ocupa de los conductores  que su actividad es un medio de vida; y no como movilidad o deporte.
En el caso de los camiones y sobre todo tráileres, el dueño del vehículo contrata con el dueño de la carga, y paga todos los derechos laborales y de seguridad social al camionero, trailero o trailera (que así se le denomina a la choferesa en esos casos).
En el gremio del trabajo terrestre de carga o pasajeros, la mano de obra femenina es mínima; los entendidos la calculan en un cinco por ciento (5%). Nosotros creemos que el bajo porcentaje es por el tipo de jornada de trabajo que se tiene en esa actividad, más el medioambiente laboral y su condición propia de la maternidad de la choferesa.
En primer lugar tiene que enfrentar a constantes alteraciones en la jornada de trabajo por sus características muy singulares, porque lo que se busca es asegurar la continuidad del servicio y cumplir con la ley de la jornada de trabajo; a esta se le llama jornada diagramada.
Las características del medio en que trabaja, que es muy dispar e inclemente, en especial en las largas distancias, y, en algunos casos, no son pocas las altitudes. Todo esto a la choferesa que conduce un trailer o un camión chico o en un trailer le resulta muy dañino para su salud. Aún el manejo mismo en los lapsos de  gestación, en particular en los tres primeros meses de formación del feto; a eso hay que agregar la vibración y la retención de la orina –aún en el lapso de la menopausia– sin olvidar que a las mujeres-trabajadoras hay que prodigarles un trato muy especial en el lapso del síndrome premenstrual, que se presenta en ciertas mujeres más o menos dos semanas antes del célebre acontecimiento.
De acuerdo a la Declaración de Barcelona, en cualquier país los gobiernos deben garantizar una maternidad sin riesgos.
En conclusión: creemos que el trabajo de las choferesas, camioneras o traileras –por su modalidad y finalidad– y aún en buses de gran capacidad y largas distancias, es incompatible con el cumplimiento de la doctrina y legislación laboral de la mujer. No por la de mujer sino por la misión que se le ha encomendado o encargado, cual es la de ser  ¡MADRE!
Las operadoras de grandes grúas en la industria de la construcción civil, que trabajan –a 30 o más metros de altura– la represa del río Yangtzé Kiang – China, no pueden usar baños cada vez que quieran; el operador de las palas mineras (puesto que también pueden ocupar personal femenino) que saben que en su entorno hay baños, pero hay que contemplar que su máquina está climatizada en invierno o en las altas cordilleras, al salir de su cabina soportan una temperatura de bajo cero (-15°).
Para resolver el problema de los trabajadores que necesitan baño, pero técnicamente es muy difícil o imposible conseguir existen unas bolsas urinarias desechables –bolsa Travel John– son ideales para trabajadores que operan en vehículos o maquinarias, se pueden usar en la misma cabina o lugar de trabajo sin salir de éste. Las mencionadas bolsas contienen un polímero con tecnología (lipsorb) que desinfecta y solidifica la orina al instante (la transforma en gel, se coagula) una vez usada se puede guardar debajo del asiento, sin temor a escurrimiento ni olores. Esta bolsa Travel John se puede usar hasta cubrir su capacidad (888 cc); es desechable y se bota al final de la jornada.
José Vicente Silva Alonso e Iñigo Fernández Fernández (Cantabria – España), indican que, entre los trabajadores que contraen enfermedades profesionales de tenosinovitis y tendovaginitis, entre otros, están los mozos de restaurantes, costureras, dactilógrafos, mecanógrafos y cajeras. Estos trabajadores, en constante relación con otras personas –sean clientes o personal del mismo centro de trabajo de su nivel o superior jerárquico– están muy expuestos a padecer el síndrome del burnout (ver), o del quemado, llamado también síndrome de Santo Tomás. Igualmente se presenta –por las circunstancias parecidas– en los docentes, campo en el que más del 30% de las bajas laborales son por motivos psicológicos, como el personal de la salud, asistentes sociales o dependientes que atienden al público o personal que desempeñan cargos públicos.
«Las mujeres son aproximadamente la mitad de todos los migrantes y en los países desarrollados son, inclusive, más numerosas que los hombres. Cada vez son más las mujeres que emigran por iniciativa propia, no a causa de sus maridos, ni para una reunificación familiar» (Visión Sindical, N° 07 – Diciembre, 2007. Confederación Sindical Internacional [CSI], pág. 20 – Bruselas –Bélgica).
En el Día Internacional de la Mujer (8 de Marzo 2007) se destacó un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)  en el que se dice que el número de mujeres en la fuerza laboral del mundo es mayor que nunca, pero la persistencia de la brecha de género constituye  una  «feminización» de la pobreza entre los trabajadores.
Se ha observado que cuando las mujeres pasan a desempeñarse en trabajos que antes eran considerados como masculinos, estas ocupaciones pierden status y reducción.
Algunas fábricas de ciertos lugares, por ejemplo, en los países asiáticos, prefieren la mano de obra femenina, y en los últimos tiempos le han dado muchísima importancia. Argumentan los empleadores que las mujeres tienen más calma que los hombres; y, entre otros las prefieren porque es mano de obra más barata. (Dossier: El mundo Sindical, N° 5,  pág. 8 – Confederación de Organizaciones Sindicales Libres [CIOSL], agosto, 2003). Se recomienda no generalizar el trato, y también verlas en sus lados positivos, por estudios realizados se ha comprobado que «mujeres emprendedoras tienen mayores expectativas en creación de empleo que los hombres».

¿Quién es mejor jefe?
Siempre ha sido muy difícil el poder responder ¿quién es mejor jefe, un hombre o una mujer? Esta interrogante fue sometida a una encuesta. La conclusión fue categórica: las mujeres son mejores jefes y dirigen mejor los negocios que los hombres. A esta certeza llegó un sondeo realizado por la principal consultora australiana. Sin  embargo, los hombres también tienen lo suyo cuando se trata de ordenar y controlar operaciones de gestión, así como en centrarse en los resultados financieros. (El Comercio de Lima, del 18 de mayo del 2008 – MI HOGAR, pág. 9).
Las mujeres generalmente miran la industria, las finanzas y la banca como un mundo masculino, salvo muy raras excepciones, e ingresan a trabajar simplemente como una forma de cumplir sus fines y a menudo no les interesan los ascensos.
Aunque a las mujeres se les considera menos cainotofóbicas que los varones, generalmente no buscan ocupar puestos de gerencia (por cierto que en todo hay excepciones), pero tal vez sea por falta de incentivos, según entrevistas que se les ha hecho.
En esto de preferir una mujer como jefa juega un papel muy importante la edad: lo mejor de la creación divina es la mujer, pero ésta no escapa de la temporalidad, ni a los estragos del tiempo. Annemarie Dührssen comenta que hay un gran número de profesiones femeninas en las que preferentemente se ocupan mujeres jóvenes –como lo hemos visto– bien parecidas, otras en las que se busca una especial disposición para servir, por ejemplo docentes, enfermeras y domésticas o trabajadoras del hogar; y también hay en las que se prefiere amabilidad de carácter, como, por ejemplo, las vendedoras, peinadoras, azafatas… Pero esas cualidades se van perdiendo. También nos dice que hay profesiones que responden a ciertos aspectos de naturaleza femenina dispuestas a recibir órdenes y realizar tareas complementarias; prototipo en este caso la secretaria y como jefa menos atractiva, si sus mandados son varones. La secretaria o jefa cuando «entra en años» lo que hacía y órdenes que recibía las ejecutaba con satisfacción, pero basta que reciba órdenes de un jefe más joven que ella para que aparezcan dificultades (Psicoterapia Problemas en Torno al Trabajo, págs. 52/53). En cambio, el hombre es como el oso… y si su personal son mujeres las estadísticas dicen que es mejor.
   Generalmente, esto sucede cuando un(a) trabajador(a) joven se queda trabajando más allá de la edad de jubilación… en estos casos sus jefes serán más jóvenes. (Expansión.com -  Expansión y Empleo, sábado 14 de mayo del 2011 – Revista Fortune).
   Más o menos el 70% de los trabajadores mayores de 55 años tienen un jefe más joven; pero a esto los psicólogos laborales lo ven como algo muy natural. Los tiempos han cambiado al mundo laboral; y nos dice Plácido Fajardo, socio de Leaders Trust, que la: «… madurez aporta serenidad, sensatez y mesura para entender que el relevo generacional en los puestos directivos es la ley de la vida». Y agrega: «La experiencia medida en años no es el  único criterio, hay que combinarlo con otros requisitos que no están asociados a la edad sino a las capacidades».
   Montse Ventosa –directora de Sticky Culture– opina que en estos casos: «… los empleados mayores deben tratar al jefe joven como a cualquier superior sin pensar en la edad». (Vaya por Dios… mi jefe es más joven que yo).
Baltazar Gracián aconsejó: «… evitar las victorias sobre el jefe porque es necio o es fatal».

Privacidad e intimidad
Pero –como todo ser humano– no son perfectas y hay que atenderlas en sus características muy especiales, propias de su género, sin vulnerar el derecho a la privacidad. Por ejemplo, tratarlas con discreción; que el  Reglamento Interno de la empresa respete, dentro y fuera del centro de trabajo, todo lo que se refiere a la privacidad o intimidad de las trabajadoras, que la ley no faculta para tocar ese campo, inclusive de hacerlo cometería delito contemplado por el Derecho Penal del Trabajo Comparado. Además, es obligación del Estado, del empleador y de su organización sindical hacerles conocer sus derechos.
Los estudiosos del tema juzgan que “… las mujeres poseen ciertas ‘virtudes’ o ‘defectos’ para ocupar determinados puestos de trabajo, tienen gran preferencia a desempeñar trabajos a tiempo parcial. Ahora, gracias a la aparición de la comunicación vía Internet es posible establecer redes de transporte, de modo que basta disponer de una computadora y un programa adecuado para adquirir y vender casi cualquier producto, sin necesidad que los agentes involucrados compartan un mismo espacio físico. Las transacciones se realizan en forma impersonal e intangible… esto ha provocado serias consecuencias sobre los costos de producción y en especial sobre el mundo del trabajo”.
Ahora hay más influencia en los acontecimientos del mundo, aparece un crecimiento de las empresas y se vuelven internacionales, como de igual manera una contaminación a nivel mundial. Y la mujer, y sobre todo la mujer-trabajadora, de sopetón se encuentra comprometida en el desempeño de un nuevo papel. En medio de este mundo también nos encontramos con la violación de los derechos humanos. Ese crecimiento no produce los empleos necesarios…”. (Alma Espino – Paola Azar. El Comercio Internacional: ¿Una oportunidad para la equidad social y de género?)
La Constitución Política del Perú de 1979, en su art. 2°, inciso 5, establecía: «Toda persona tiene derecho: al honor y la buena reputación, a la intimidad personal y familiar…; que más tarde la Constitución de 1993, en su art. 2°, inciso 7 lo reitera. El tema tratado también lo tiene presente la Constitución Española de 1978 en su art. 20°, inciso 4, que reconoce el derecho «… al honor, a la intimidad…».
En el campo del Derecho Laboral Comparado se ha establecido que: el que arbitrariamente perturba, de cualquier modo, la intimidad del trabajador –aunque su acción no constituya delito– está obligado a cesar los actos que constituyen perturbación y al pago de una indemnización a criterio del juez competente.
En el Reglamento Interno de acuerdo a algunas teorías o legislaciones, al empleador entre sus facultades de ninguna manera se le permite insertar cláusulas contrarias a la ley ni al orden público, tampoco puede ni debe incidir en todo aquello que se refiera a la vida del trabajador fuera de su centro de trabajo, fuera del horario laboral, en su vida particular, ni cuando se refiera a la vida privada en especial de las trabajadoras. De igual manera no se permite reglamentar sobre cámaras ocultas o ponerlas en los centros de trabajo, lugar de intimidad, como baños y vestuarios… Pero lo novedoso son los logros tecnológicos  y  gracias  a  ellos  las  empresas  dadoras  de  trabajo  pueden inmiscuirse  más  completamente  y  con  mayor  impunidad  en la  vida  privada  de  empleados, nos dice Jacky Dolorn (Mundo Sindical, N° 7-8, julio – agosto 1998 – Bruselas, Bélgica, pág. 6).
Según la Declaración de Barcelona (23/27 de setiembre de, 2001), punto 17:0 «Toda mujer tiene derecho a su intimidad y los profesionales tienen el deber de respetar su derecho de confidencialidad».
El incumplimiento de las normas sobre privacidad e intimidad constituye lo que en doctrina se denomina acoso laboral u hostigamiento psicológico (ver).
En conclusión, a las trabajadoras hay que prodigarles un trato muy especial en el lapso del síndrome premenstrual, que se presenta en algunas trabajadoras más o menos dos semanas antes del célebre acontecimiento, y los síntomas desaparecen al inicio del susodicho.
La regla femenina se suspende muy fácilmente con los estados de ánimo. Una fuerte impresión, como el despido o paro, en las trabajadoras podría causarles una amenorrea.
La Constitución del Estado de la hermana república de Honduras, establece que la mujer trabajadora no puede ser despedida en estado grávido, ni después del parto, sin comprobar previamente una causa justa ante Juez competente en los casos y condiciones que señale la ley. (Art 128° - inciso 11).
Las alteraciones premenstruales las sufren más o menos el 40% de las mujeres. Las alteraciones son generalmente en el carácter y predisposición para el trabajo.

Discriminación
En ciertos lugares, como Malasia, a las trabajadoras se les reconocen menores derechos que a los varones adultos, no obstante tener conocimiento de que la discriminación es un delito contra la sociedad y, por lo tanto, no es un problema que afecte sólo a quienes están directamente interesados, como agentes activos o como víctimas, según el Convenio de la OIT N° 111, ratificado por el Perú por Resolución Legislativa N° 14033, del 4 de abril de 1962.
Algunos autores opinan que igual cosa sucede en los Estados Unidos de América, como lo veremos más adelante las mujeres deben ganar menos, por su menor producción; por ejemplo Herisieta L. Moore sostiene que la mano de obra femenina es más barata, porque el salario del hombre sirve para mantener a la familia y el de la mujer no (Antropología y Feminismo, pág. 127). Y, según Úrsula Sharma, el trabajo del varón sólo se valora en términos comparativos con otras remuneraciones; el trabajo de la  mujer por el matrimonio, se valora y aprueba  con  referencia  a  la maternidad y a las tareas domésticas.
Las mujeres deben ganar un salario igual a los hombres si su labor es igual y en las mismas condiciones y para el mismo empleador.
El Dr. Hiroshi Nakajima reconoce que: «mientras la sociedad no valore en justa medida la tarea asistencial y el trabajo de la mujer, ni se remuneren ambos, en consecuencia, todo cuanto se haga por atraer aspirantes y retener el personal será inútil, las mejor instruidas y motivadas serán atraídas por las carreras que confieren mejor prestigio y que ofrecen mejor remuneración y condiciones de trabajo».
La discriminación de la mujer ya se encuentra en el mundo, más o menos 1300 años antes de Cristo; y muy notorio lo es en el siglo primero de la era cristiana, según se ha descubierto en los textos dejados por los evangelistas. La discriminación se da aún entre las mismas mujeres usando fundamentos de poco aprecio o importancia, o sin razón alguna. Por ejemplo, los primeros días del mes de abril del 2010, en un canal de los Estados Unidos de América se propaló la noticia de estudios realizados por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y la Universidad de California en el que se concluye que las mujeres rubias son más agresivas cuando buscan trabajo y que por su físico son más convincentes que las morenas; pero éstas obtienen mejor remuneración. Y agrega el susodicho estudio que esta cualidad la tienen aún las mujeres-trabajadoras que se pintan el pelo, que generalmente superan las pelirrojas; que las rubias no se involucran en peleas, y finalmente dice que las morenas son más trabajadoras y su salario superior en más o menos siete por ciento (7%).
En el Reino Unido en un estudio, que se hizo a comienzos del año 2010, también concluye diciendo que las rubias ganan menos que las morenas. Pero Ingrid Collins, asesora en Psicología del Centro Médico de Londres, comentó que: «… la investigación de los estadounidenses, si bien  es  muy  interesante, debe ser  interpretada  con cautela».
(Nota: La palabra «morena» en los pueblos anglosajones tiene diferente significado que en América Latina).

Dicen, algunos de los que han estudiado el tema, que las mujeres trabajan para comprar artículos personales de lujo, mientras que los hombres trabajan para mantener a la familia. Pero hay que comprender que si la mujer tiene algunos mejores derechos es porque el propósito de la Ley y el Derecho es proteger la maternidad. Además hemos dicho que hay trabajos en que se ocupan preferentemente mujeres porque se requiere mayor paciencia, mayor minuciosidad y concentración, virtudes que no son comunes entre los varones; es decir, no se puede imponer, recalcamos, el principio de igualdad entre los desiguales. Por eso en estos casos no se debe hablar de «discriminación», porque ésta se da cuando hay situaciones iguales entre los trabajadores, y se les trata jurídicamente diferente por hallarse justificado; objetiva y racionalmente, es permitido, sin que se advierta en ello violación del derecho de igualdad.
Las constituciones de los Estados, generalmente, hablan  de igualdad de derechos entre hombres y mujeres; sin embargo, en las empresas industriales o comerciales, cuando solicitan trabajadoras, exigen que sean jóvenes, solteras, sin hijos y con buena presencia… ¡eh aquí el prejuicio social! Al seleccionar a las candidatas para un puesto exigen la realización de un examen de orina para verificar la ingravidez.
En  los Estados Unidos de América, el grupo latino es uno de los más activos y son bastantes los trabajadores latinos; se comenta y con fundamento que de cada seis (6) estadounidenses uno (1) es latino (2011). Pero hay una gran discriminación, sobre todo en la remuneración que se dice haber una diferencia de hasta un veinte por ciento (20%). (Canal 838 – Foro Interamericano (1/4/2011).
En Canadá, en los yacimientos petroleros se utilizan los robots más grandes del mundo (2007) –camiones automatizados– unos volquetes caterpillar extremadamente grandes, con una longitud de diez metros (10 ml), una cabina con seis y medio metros de altura (6.50), una tolva vacía que pesa cuarenta y cinco (45) toneladas y su capacidad de carga es seiscientas (600) toneladas. Pero, por razones técnicas, se les carga sólo cuatrocientas (400).
En este trabajo y circunstancias, creen más adecuado que los manejen mujeres. La razón es, insistimos, que ven que la mujer tiene mayor resistencia a la monotonía y es más pasiva; propende a obedecer las órdenes más pronto que los varones. Les agrada la rutina y más bien tienden a cuidarse de los cambios. Aunque se comenta que Canadá tiene un alto desempleo y que las mujeres trabajan en áreas de riesgo muy mal pagadas.
La tecnología, venida con la globalización, ha aumentado la productividad, pero ha desplazado la fuerza de trabajo. Y la primera consecuencia es que no se han creado puestos de trabajo en número suficiente para satisfacer la oferta de mano de obra. Además ha producido precariedad en las condiciones de trabajo y ha deteriorado la calidad de vida. Y esto ha pasado en diversos países sin distinción de industrializados o no.
En los trabajos  intensivos, monótonos y si son riesgosos es aconsejable que el trabajador tenga un descanso de diez o quince minutos a la mitad de la jornada. Y cuando la jornada de trabajo es corrida una pausa(  ) de cuando menos cuarenta y cinco minutos dedicados a la comida.
En los Estados Unidos de América, como en otros países se han dado varias leyes prohibiendo la discriminación en el empleo. Y, en 1979, del 47% de las trabajadoras (salvo cuando están amparadas por un sindicato fuerte como las mujeres transportistas), sólo una pequeña minoría ocupa puestos destacados; la mayoría prestaba servicios en puestos subalternos y ganaba menos que los hombres por un mismo trabajo; es decir, en estos casos hay desigualdad. Barack Obama, en enero del 2009, promulgó la Ley de Igualdad de Salarios. Y faculta la reclamación de los trabajadores discriminados, además dejando sin efecto el antecedente que dificulta los reclamos sobre discriminación.
En el Perú últimamente se ha promulgado el Decreto Supremo N° 004-2009.TR, del 28 de marzo del 2009, sobre la discriminación de los trabajadores en general, siendo ésta más notoria en los trabajadores del hogar. Para muchos esto llamará la atención, pero en el Perú ha habido y hay muchísima discriminación. Como prueba veamos los «medios» y las pinacotecas públicas como privadas. Haciendo memoria encontramos que recién en el siglo XX se dio autorización para que las mujeres puedan seguir estudios superiores en una universidad cuando se promulgó la Ley N° 801, el 17 de noviembre de 1908.
Las mujeres estadounidenses están sustituyendo a los varones en ciertas ocupaciones, por tres razones: 1) porque debido a la automatización la fuerza física es menos necesaria: el trabajo se está intelectualizando; 2) ahora las mujeres estadounidenses tienen un mejor nivel educativo que los varones, y 3) las mujeres aceptan salarios más bajos.
Entre las mujeres graduadas en una profesión hay menos diferencia; aunque en el sector ventas ellas ganan más o menos el cincuenta por ciento (50%) del salario de los varones, con rarísimas excepciones.
Las trabajadoras, incluso siendo destacadas profesionales, ganan menos del ochenta por ciento (80%) de lo que perciben los varones, por lo que es muy necesario que las organizaciones sindicales del mundo las incorporen o las afilien y que el movimiento sindical sea más democrático y reivindicativo frente a la globalización de la economía; de lo contrario serían intimidadas a seguir trabajando jornadas inhumanas, aún las trabajadoras embarazadas y las que se encuentren en descanso por accidentes del trabajo, sin tener en cuenta que el trabajo, sobre todo manual, excesivo y prolongado, produce un agotamiento físico y una atrofia moral e intelectual en el trabajador.
Se entiende como jornada inhumana: “… aquella que implica un desbordamiento exagerado de energía o un grave peligro para la salud o existencia de los trabajadores. No deje de ponderarse que tal tipo de desgaste puede darse por la complicación o dureza del trabajo, dentro de la duración incluso de la  jornada ordinaria”.
Y al respecto de mujeres trabajadoras embarazadas, deben cuidar los dientes y sus encías, debe permitírseles salidas para visitar al odontólogo para el cuidado de su dentadura así evitar afecciones al feto e inclusive tener partos prematuros.

Sindicalización
Las mujeres trabajadoras difícilmente se organizan y son muy pocas las que se afilian a un sindicato y las que se inscriben, la generalidad son miembros pasivos.
Por eso creemos que en la sindicalización del sector femenino se debe emplear la estrategia de «uno más uno», que consiste en que cada mujer convenza a otra mujer para que se afilie al sindicato. Las leyes que los gobiernos han dado en la creencia de poder suplir la actividad sindical en la empresa ha sido en vano; porque la ley, por más buena que fuese, no puede suplirla, puesto que la organización sindical es pilar de avance.
Se debe comprender que el problema de la mujer trabajadora por cuenta ajena no es solo de las mujeres; y ellas deben tomar conciencia de su propia fuerza laboral colectiva y desde la más alta dignataria o ministra del ramo o relación por su género, hasta la más humilde trabajadora que labora con su hijo «aquiche» (palabra de origen mochica de la región Lambayeque, Perú, idioma existente entre los siglos III y X de la era cristiana, que significa cargar a la espalda) y otras trasplantando arroz, cosechando papas o caminando con su «quipe» de ruda (Ruta graveolens, de la familia Rutáceas), además de inculcarles a cumplir su «deber sindical».
La esposa del presidente del los Estados Unidos de América, señora Leonor Roosevelt, mientras fue la primera dama (1933 – 1945) creía en los derechos de las mujeres y promovió la igualdad. (Dosling Kindersley: Historia del Mundo, pág. 340 – El Comercio de Lima). Se dice por John Gunther, refiriéndose a Winston Churchill, que: «… su ejercicio favorito fue hacer de albañil; durante un tiempo perteneció al sindicato de albañiles…». (Líderes del siglo XX, pág. 150). Winston Churchill, gran líder y prohombre de la Segunda Guerra Mundial, fue masón.
El género masculino debe entender que cuando se trata de los problemas de las mujeres trabajadoras, están generalmente obligados a participar, porque los problemas de las trabajadoras son parte de la «cuestión social»(  ), y los gobernantes deben comprender que quien conoce mejor el problema laboral femenino no son las mujeres sino los hombres, cuando menos por ahora (2013) porque ellos tienen más experiencia sindical. «El fraile que ha sido cocinero sabe lo que pasa en la cocina», dice un viejo refrán español.