HABIBTI
Miguel Suárez Sandoval
¿Qué haz hecho, en la vida, para merecer tal castigo?
Como Prometeo diste fuego al mundo, luz a la vida y alegría no solo al que
sufre sino, incluso, al que “muere”… Entonces, ¿Por qué?
Eres bonita y graciosa, hecha de la espuma del mar,
las flores del campo y la gracia divina. Naciste predestinada a ser “grande”,
aunque te quedaste físicamente chiquita para ser engreída siempre y llena de
felicidad desbordante.
Ostentas todo color: eres blanca, eres negra,
amarilla, roja igual que la sangre, como la vida… ¡Eres vida! Cuando llegan a
conocerte, aún lejos eres evidente, no pasas nunca inadvertida a modo de arco
iris; pero no ves los colores.
Antes de aparecer entre los vivientes, recibiste la
misión de alegrar al mundo y te brindan todos los honores; sin embargo, vives
en un rincón entre montañas y la mayor parte del mundo ignora tu existencia.
No te conozco y quisiera comprobar que subsistes
teniéndote en mis manos; si algo me imagino de ti es porque te mencionan los
libros antiguos escritos en arameo, latín, árabe o griego. Te pintan cual una
reina entre las reinas. Y hasta la más grande soberana te cuida y te venera
como a su reina.
La reina Saba viajó contigo y llegaron hasta Israel:
estuviste presente en los últimos ratos con Salomón… y al final las dos
volvieron. No lo dice la historia… ¡Pero estuviste!
Eres refulgente como el “vellocino de oro”, pero
habitúas como una monjita de clausura: ¿Quién te prohibió que salgas, ordenó
que en tinieblas pases la vida, hagas voto de silencio y convivas con la muerte
siendo amor, siendo vida?
El mundo es grande y alegre porque tú le das ternura,
pero nunca ves lo que haces, porque siempre estás encubierta. Eres lo más
grandioso a pesar de ser pequeña: ¡cuál un diamante rojo, de valor incalculable!
Por ti se hizo la guerra y ardió Troya; también se
hizo la paz y apareció el perdón en el orbe. Por lo mismo vienen las crisis y
hasta el cielo se pierde en un solo día. Frente a ti y de ti hablan en
castellano, inglés, francés, alemán y otros idiomas y dialectos, y los
irracionales lamentan no saber hablar. Eres fuente de inspiración, gloria,
poder… y el punto de apoyo que Arquímedes buscaba.
Por ti se inventó el “chis”, y todo se hizo silencio
para que sigas oculta: así estuviste en el Olimpo; pero por tu astucia, gracia
y sabiduría, a los dioses –incluso a Zeus– confundías y manejabas. Estás en los
Andes, de igual manera en los Alpes, en el Kilimanjaro. Eres una de las
maravillas del mundo antiguo y del presente. Por tu ausencia “muere” todo el
que tiene vida y donde tú debes estar y si no estuvieras todo resultaría
incompleto… Sería una nueva era en la evolución del planeta Tierra.