LA MANO
DE OBRA Y LA ROBÓTICA
EN LA
REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA
Miguel
Suárez Sandoval
Como lo hemos dicho en una
publicación anterior (17-09-2017), el mundo ha crecido tanto y tan rápido que,
como consecuencia, aumentó la mano de obra; por consiguiente, se recibieron y
ocuparon trabajadores sin preparación y no se tuvo el tiempo suficiente ni la
oportunidad para que se capaciten y adapten al trabajo. Este problema duró
bastante y solo se le puso paliativos.
Con la aparición de la tecnología y después con la globalización,
apareció la cuestión social. Con posterioridad a la segunda Guerra Mundial, nos
dice David Román, “se produce un aumento de puestos de trabajo y el empresario
aumentó la productividad; que todo el país se enriquece, consecuentemente se
crearon puestos de trabajo”.
Román agrega: “… pero a partir del año 2000 estas dos líneas
empiezan a divergir; la productividad sigue creciendo, pero el empleo decrece”…
“Para el año 2011 ya existe una brecha significativa entre ambas líneas; se
observa un crecimiento económico sin que haya aumento paralelo en la creación
de puestos de trabajo”.
En otro acápite el autor mencionado comenta: “La productividad
sigue creciendo con fuerza, pero el empleo decrece”. (De cómo la tecnología está destruyendo al empleo – David Román [traducido
por Lía Moya], junio 2013).
Por torpeza humana, más la ambición por el poder o el dinero, se
dio cabida a la crisis económica mundial. Consecuentemente, se incrementó el desempleo,
que con la robotización ha llegado a niveles nunca vistos antes y el salario ha
perdido valor adquisitivo. Y esto ha llegado al extremo que hay quien dice que:
“La robótica tendrá un impacto notoriamente superior a las anteriores
revoluciones tecnológicas”, asegura el director de la edición digital de The Economist,
Tom Standage, ya que las anteriores revoluciones tecnológicas fueron mucho más
lentas, así como la gente tuvo más tiempo para adaptarse y moverse de un tipo
de trabajo no calificado a otro, (Humanos
vs robots: qué nos depara el futuro. Universo España).
Por su parte, Wal Knight expresa: “Los sueldos han aumentado, pero
no son competitivos a nivel global”. En lo concerniente a China, observa que el
país está haciendo grandes inversiones para sustituir a millones de trabajadores por robots. Y respecto a los
trabajadores se interroga: “¿Qué será de ellos?” (La nueva revolución china: de la mano de obra barata a la mano de obra
robótica [traducido por Teresa Woods]).
Wal Knight agrega: “… reemplazar a los humanos con máquinas no es
tarea fácil. La mayoría de los robots industriales requieren programación en
detalle y solo realizarán una tarea correctamente si las cosas están
perfectamente posicionadas… la mano de obra china ya no es tan barata como fue
antaño y muchos fabricantes y funcionarios del Gobierno creen que la solución
consistiría en reemplazar los trabajadores humanos por máquinas”.
En una publicación establecemos que sobre el maquinismo se ha
escrito muchísimo; se han vertido conceptos que pasados los años no ha sido
fácil encontrarles una explicación. Por ejemplo, en lo social, se ha dicho
bastante; se han difundido vocablos como las primeras pronunciaciones de un
bebé, que para encontrarle su significado… ¡Mama mía!
El mundo ha mutado constante y perennemente. Ha habido
acontecimientos que han movido y hasta han cambiado al mundo.
Refiriéndose a los millones de trabajadores despedidos, Wal Knight
dice que “podrán trabajar en fábricas en el sector servicios; pero podrían
provocar dificultades económicas y malestar social”.
Erik Brynjolfsson y su compañero Andrew McAfee afirman que los
grandes avances tecnológicos son los responsables del bajo crecimiento de
empleo de los últimos 10 – 15 años. (Esto lo dijeron en junio del 2013). De
corroborarse su hipótesis, tanto la teoría económica como las políticas
gubernamentales deberán ser repensadas. Así destruye empleo la tecnología;
según el MIT Technology Review “el avance tecnológico hace saltar las alarmas y
cuanto empleo puede destruir” (El Economista.es
– Viernes 14 de junio 2013).
El comentarista del medio aludido agrega: “… en algunos sectores
la entrada de robots, el nuevo software o máquinas que destruyen a personas es
más que evidente desde hace muchos años. Pero la teoría de Brynjolfsson y
McAfee va más allá: cree que el cambio tecnológico está destruyendo empleos más
rápidamente de lo que los está creando; contribuyendo al estancamiento de los
ingresos medios y fomentando la desigualdad en los EE. UU.”.
Brynjolfsson, en el Economista, mencionado supra, nos dice: “…
gusta de utilizar un gráfico que muestra como el crecimiento de la productividad
y el empleo iban de la mano durante muchos años, después de la segunda Guerra
Mundial. El patrón era simple: las empresas generaban más valor de sus
empleados, lo que suponía que el país en conjunto se volvía más rico, fomentando
la actividad económica y creando más empleo”.
“Sin embargo, a partir del año 2000 los caminos empezaron a
divergir, con la productividad aumentando de manera robusta mientras que el
empleo languidecía. Para el año 2011 la brecha ya era significativa, mostrando
que el crecimiento económico ya no generaba un crecimiento paralelo al del
empleo”.
Brynjolfsson y McAfee lo llaman “el gran desacoplamiento”. Y
aseguran que la tecnología es la fuerza de este cambio de paradigma.
Pero la moneda tiene dos caras; el día tiene su noche; para el MIT
Technology Review, esta teoría es alarmante, ya que amenaza la fe que tiene la
mayoría de los economistas en el progreso tecnológico.
Los autores creen que la tecnología tiene beneficios, ya que mejora
la productividad y hace más ricas a las sociedades; pero, al mismo tiempo
alertan de su lado oscuro; elimina la necesidad de muchos tipos de empleo y,
además, deja a estos trabajadores en una situación mucho más precaria que
antes”.
Para Brynjolfsson: “es la gran paradoja de nuestra era”. Y asegura
que la productividad está en niveles record, la innovación nunca ha sido tan
rápida y al mismo tiempo tenemos una caída de los ingresos y menos empleos”.
McAfee es pesimista sobre el futuro y no cree que los empleos que
se están destruyendo vayan a volver. Parafraseando a Adolfo Bécquer: “Esos no
volverán”. Pero hace una pregunta: “… una vez que se desarrollen todas esas
tecnologías de ciencia ficción, ¿para qué se necesitará a la gente?” (La gran paradoja de nuestra era: la
tecnología destruye empleo y fomenta la desigualdad – El Economista.es –
Viernes 14 de junio del 2013).
LA NUEVA
TECNOLOGÍA
Antes de continuar, es preciso establecer que, con la Tercera
Revolución Industrial –también llamada Revolución de la Inteligencia,
Revolución Científica y Tecnológica–, que comenzó al finalizar la segunda
Guerra Mundial, entramos a la nueva era de la tecnología, cuya finalidad es
gastar la menor cantidad de energía posible, así como un mínimo de mano de
obra. Fue así y tras intensos y persistentes estudios que en 1774, Pierre Jaquet-Droz
descubrió una máquina autómata; es decir, con movimiento propio. Pero, casi 150
años más tarde, en 1920, la idea se transformó en una realidad gracias al checo
Karel Capek, que llamó a su máquina robota; palabra que en el idioma checo
significa trabajo (Cultura General).
ORIGEN DE
LA PALABRA ROBOT
La palabra robot fue introducida en la literatura en 1920, en la
obra R.U.R. (Rossum’s Universal Robots) de Karl Capek, nacido en lo que hoy es
la República Checa.
Robot, etimológicamente viene de la palabra checa robota, que
significa labor forzada, servidumbre, esclavo... Este nombre fue utilizado en
el Imperio Austro-Húngaro hasta 1848.
Se dice que la palabra robot fue inventada por Josef Capek,
hermano de Karel, para denominar a las máquinas trabajadoras o serviles. (Esteban
Dido).
Dada la finalidad de la nueva tecnología, apareció lo que llamamos
“la robótica, la ingeniería genética (o bioingeniería) y las telecomunicaciones”.
En el centro de la robótica y las telecomunicaciones se encuentra a los ordenadores
o computadoras que son la nueva forma de operar el trabajo industrial con el
intenso empleo de la electrónica.
Con el uso de los robots industriales no solo resulta más barato
que la mano de obra sino que hay menos posibilidades de que se cometan errores
y puedan trabajar sin interrupciones, sin requerir calefacción, ni luz, ni
tiempo especial por razones de fatiga (por cuanto ellos pueden corregir sus
propios defectos o arreglar sus sistemas, si sufrieran algún daño eventual. Así
es como la industria al robotizarse introdujo un aumento a la velocidad
(Virgilio Roel Pineda).
¿SON LOS
ROBOTS LA MANO DE OBRA DEL FUTURO?
“No es de extrañar encontrarnos con robots para realizar ciertas
tareas dentro de una fábrica o empresa”, nos dice Manuel J. Gutiérrez. Y
agrega: “Desde una máquina capaz de soldar a la perfección los componentes de
un motor de coche hasta una central capaz de sustituir a miles de personas al otro lado del teléfono”.
Gutiérrez continúa: “Los tiempos avanzan y las empresas han
descubierto que un robot es capaz de hacer lo mismo que un humano y que incluso
un grupo de personas. Lo puede hacer mejor, más preciso y más rápido; y, lo más
importante, dentro de una economía capitalista, más barato”. Y agrega: “… tal
como está la economía actual en muchos países… no es recomendable librarse de
puestos de trabajo y sustituirlos por robots”.
La venta de robots año a año crece y crece con la finalidad de
abaratar la producción y reducir el número de puestos de trabajo; pero eso
concluye en el despido de un número de personas de la plantilla de la empresa.
En los primeros tiempos se pensó construir robots para evitar que
los humanos realicen trabajos peligrosos; sin embargo, con el transcurso del
tiempo se ha descubierto que más cuesta la lavada que la camisa. (¿Son los robots la mano de obra del futuro?,
Manuel J. Gutiérrez).
Creemos que, antes de continuar, es necesario departir sobre la
economía global para concluir sobre su influencia en el trabajo por cuenta
ajena y los trabajadores subordinados.
Por lo dicho recordamos al profesor Michel Chossudovsky quien nos
dice que: “La economía global se caracteriza por el traslado de gran parte de
la base industrial de los países avanzados a los países en desarrollo donde se
encuentran las fuentes de la mano de obra barata”.
El concepto de “economía de exportación, de mano de obra barata”
fue lanzado en el sudeste de Asia, en los años 60 y 70, con las “industrias
extensivas de mano de obra”. Inicialmente estas se limitaron a unos enclaves de
exportación (por ejemplo, Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur); pero,
más tarde, en los años 70 y 80, el desarrollo de la producción de mano de
obra en ultramar ganó ímpetu.
“Desde finales de los años 70 se ha formado una nueva generación
de áreas de mercado libre; siendo el sudeste asiático, el Lejano Oriente, China,
Brasil, México y Europa Oriental, los polos de mayor crecimiento”.
“Esta globalización de la producción industrial afecta a una gran
variedad de productos manufacturados. La industria en el Tercer Mundo cubre la
mayoría de las áreas de producción (automóviles, astilleros, ensamblaje de
aviones, producción de armas, etc.”. (La
Mano de Obra Barata en la Economía Global – prof. Michel Chossudovsky).
El desarrollo mundial de industrias de mano de obra barata,
recientemente ubicadas en sectores más sofisticados y de industria pesada,
tiene como premisa la disminución de la demanda interna en las diferentes economías
del Tercer Mundo y la consolidación de una fuerza laboral barata, estable y
disciplinada en un ambiente político “seguro”. El proceso se basa en la destrucción
de la industria nacional para el mercado interno (la industria para subsanación
de importaciones) de los diferentes países tercermundistas y la consolidación
de economía de importación producida con mano de obra barata”. Y agregamos: “…
busca la mano de obra barata y los bajos costos laborales… la competencia entre
países en desarrollo contribuye a la disminución de precios”.
Pero “… la reducción de costos laborales (para apoyar la oferta)
no asegura el crecimiento del sector de las exportaciones y su inserción al
mercado internacional, ni siquiera asegura el desarrollo exportador”. (La Mano de Obra Barata en la Economía Global
– prof. Michel Chossudovsky).
“La automatización reduce el número de trabajadores necesarios en
muchos puestos de trabajo”.
David Román dijo, en junio del 2013, que: “… en los últimos año y
medio los avances que se han producido en la tecnología –desde la robótica
mejorada hasta los servicios de traducción automática– son responsables, en
gran medida, del lento crecimiento del empleo en los 10 o 15 años”. Y agrega:
“Y lo que es peor para los trabajadores es que se prevé una perspectiva
deprimente para muchos tipos de trabajos, según se vayan adaptando estas nuevas
tecnologías no solo en la fabricación, los servicios y los comercios, sino en
profesiones como el derecho, los servicios financieros, la educación y la
medicina”.
David Román recalca que: “… los robots, la automatización y el
sofware son capaces de sustituir a
las personas es algo evidente para cualquiera que haya trabajado de…”. Es que
el autor cree que: “… este rápido cambio tecnológico ha estado destruyendo
trabajos a un ritmo mayor del que está
creando…”.
Mientras “la producción está a niveles récord, la innovación nunca
ha sido más rápida, pero al mismo tiempo tenemos unos ingresos medios decrecientes
y menos puestos de trabajo. La tecnología avanza muy rápido, y nuestras
habilidades y organizaciones no consiguen mantener el ritmo”.
Román observa que en muchos tipos de fabricación, donde están
instalados los robots y la automatización avanzados, ahora hay menos personas
trabajando en la manufacturación de las
que había a fines del siglo XX.
Y siguiendo en su disertación, el autor mencionado nos dice que:
“en el trabajo administrativo y en los servicios profesionales se está dando un
cambio menos dramático, pero con un impacto profesional sobre el empleo mucho
mayor. Han desaparecido incontables trabajos de oficina tradicionales”.
UNA NUEVA ECONOMÍA
NOTA.- David Román recalca que el humano será sustituido por el robot.
Pero, nosotros, humildemente, recalcamos que es solo una máquina.
Y que según la filosofía del Derecho del Trabajo, el hombre trabajador (varón o
varona) es insustituible por su condición de humano.
Sustituir al humano es el mito de la
tecnología. Después de la creación del
mundo al hombre se le creó para que se enseñorease en él. El hombre es el único
ser en el mundo que dispone de racionalidad.
Como nos dice Alberto Gamarra: “esta le permite pensar, evaluar y actuar de
acuerdo a ciertos principios para satisfacer algún objetivo o finalidad con los
recursos que tiene a su alrededor”. Y, refiriéndose a la racionalidad, agrega:
“… este atributo humano hace que la conducta de nuestra especie sea consciente,
en lugar de la instintiva animal, por lo que somos capaces de hacer frente de
forma innovadora a problemas que no habríamos tenido anteriormente”. (Trabajo: Las concepciones del ser humano
- Alberto Gamarra).
Por su lado, David Román, respecto a los humanos, opina: “… somos
animales simbólicos y abstractos, dotados de significados. Una de las
manifestaciones en la protohistoria, a parte del lenguaje, sería el enterramiento
de sus muertos, lo que significa unas creencias en el más allá”. Y nosotros
agregamos: lo que no puede hacer un robot.
Continuando con lo que comenta David Román: “Por lo menos desde
1980 los ordenadores (computadoras) han ido haciéndose de tareas como la contabilidad,
el trabajo administrativo y trabajos repetitivos de la fabricación y todos
suponían ingresos de clase media.
Y agrega que “por lo menos desde la Revolución Industrial, que
comenzó en el siglo XVIII, las mejoras en la tecnología han ido acompañadas de
un cambio en la naturaleza del trabajo”.
“No existe una tendencia a largo plazo de eliminar el trabajo de
la gente. En largo plazo las tareas de empleo son relativamente estables. La
gente siempre ha sido capaz de crear nuevos trabajos. A la gente se le ocurre
nuevas cosas que hacer”.
“IBM Rescarch está llevando la computación superinteligente a los
dominios profesionales como la medicina”.
Con nuevas generaciones de Watson en medicina, la tecnología
podría ayudar a los médicos a diagnosticar enfermedades como el cáncer… y
prescribir tratamientos.
“Las nuevas tecnologías están entrando en el terreno de las
habilidades humanos de una forma sin precedentes”, afirma Mefec, “muchos
trabajos de clase media están en el punto de mira; se ven afectados incluso trabajos
que exigen una cualificación relativamente alta en medicina, educación de los
trabajadores”.
“… el progreso tecnológico sirve para hacer crecer la economía y
crear riqueza, pero no existe ninguna ley económica que afirme que todo el
mundo se beneficia de ello. En otras palabras, en la carrera entró la máquina,
pero es probable que unos ganen mientras muchos otros pierdan”. (De cómo la tecnología está destruyendo el
empleo – David Román [traducido por Lía Moya], 25 de junio de 2013).
“La última parte del siglo XX ha sido testigo de un progreso de
alto alcance en las telecomunicaciones, la informática y la ingeniería. Todo lo
que constituye una palanca vital en el proceso de relocalización industrial:
los centros de decisión de las corporaciones entran en contacto instantáneo con
los sitios de producción y las ensambladoras alrededor del mundo. Las innovaciones
de la alta tecnología de los años 80 y 90, bajo el capitalismo global, representan un proceso, un instrumento de
control y supervisión mundial para las corporaciones… se despiden en un país de
salarios elevados, se traslada la producción a otro país de salarios bajos, un
número cada vez menor de trabajadores trabaja; cada vez con jornadas más largas
y reciben salarios considerablemente menores”.
EL
IMPACTO DE LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA
Una serie de autores sostiene que se puede sustituir al hombre-trabajador. Recalcamos que ese es el mito,
modernizado por la tecnología.
Al hombre se le crea para que sea el centro de todo, y la
totalidad está a su servicio, incluyendo el capital. Pero, según la nueva
economía, ¿todo estaría alrededor del robot?
¿Y la mujer –trabajadora? Desde un punto de vista generativo, ¿la
podría sustituir un robot?...
¿Qué es un robot? No se necesitaría pensar mucho para contestar: ¡Es una máquina!
Alguien mejor dotado podría contestar: es una herramienta al servicio del
hombre… Nada más; porque ni siquiera tiene las facultades de un animal:
instintiva, reproductiva; mucho menos podría procrear.
Una obra teatral estrenada en el Teatro Nacional de Praga, de la
obra Rossum’s Universal Robot (R.U.R.), cuya trama es muy sencilla: un hombre fabrica
un robot; que luego el robot mata al hombre.
Suponiendo que el robot desplazase en el campo laboral al humano
(he dicho desplazar, no sustituir),
nos dice Pedro Donaire Sánchez: “el trabajo es fundamento para la vida. Por
ello, algunos filósofos sostuvieron que el hombre dejó de ser un simio o un
simple animal, gracias al trabajo”. (Filosofía
del Trabajo).
Y Rafael Corazón González establece que: “El hombre se distingue
de los animales porque trabaja; en lugar de adaptarse al medio, cambia al medio
y lo adapta a sus necesidades… sin trabajar el hombre no es viable, no
subsiste”. (Fundamentos para una
Filosofía del Trabajo).