viernes, 7 de octubre de 2011

AMBIENTE DEL TRABAJO O LABORAL

AMBIENTE DEL TRABAJO O LABORAL
                                                       
                                 Por: Miguel A. Suárez Sandoval

Ahora, con la ergonomía, ha cambiado la actuación del empleador o dador de trabajo, que anteriormente exigía que el trabajador se adaptase al trabajo, a la máquina, al ambiente. Ahora el “entorno” debe adaptarse al trabajador, haciendo así su desplazamiento y actividad agradables y cómodos para su mejor rendimiento.
Ambiente de trabajo es: “… el conjunto de condiciones que rodean a la persona y que  directa o indirectamente influyen en su estado de salud y en su vida laboral”. Y “medio ambiente de trabajo es el ambiente en el cual se desarrollan sus actividades del trabajo humano”, nos dice Norma Sueli Padilla.
La palabra ambiente deriva del latín “ambiens entis” y se interpreta como lo que rodea o cerca.
Según Celso Antonio Pacheco Florido, el “medio ambiente de trabajo es el local donde las personas desempeñan sus actividades laborales, sean remuneradas o no; cuyo equilibrio está basado en la salubridad del medio y en la ausencia de agentes que comprometen la incolumidad físico-psíquica de los trabajadores con independencia de la condición y género (hombres y mujeres) mayores o menores de edad, servicios públicos, asalariados, autónomos, etc.”. Mejor dicho, ambiente laboral es todo lo que rodea al hombre-trabajador, en el lugar en que se desenvuelve o trabaja.
El ambiente es un conglomerado de todo cuanto rodea al trabajador, y está constituido por una serie de factores materiales, intelectuales y morales. Los factores materiales del ambiente incluso están formados por una serie de cuestiones financieras en las épocas de crisis económicas, como la vivida internacionalmente desde fines de la primera década del siglo XXI.
El ambiente en que labora el trabajador –si es normal o no, para el funcionamiento psicológico– se podrá decir que es un ambiente favorable o desfavorable. Cuando el ambiente es favorable para el trabajador, el trabajo será fácil, menos fatigante, de mayor rendimiento y se encontrará el equilibrio económico y moral; pero si le es desfavorable por su influencia, inconscientemente bajará el rendimiento, producirá pesimismo y puede ocasionar accidentes del trabajo y enfermedades, etc. Todo sucede porque existe un vínculo entre las prácticas –consecuencia del comportamiento y organización– el estado de ánimo de los trabajadores, la producción y la productividad.
Un mejor ambiente laboral, aún con el mismo trabajo, en el trabajador produce una disminución en el desgaste de energías, un lugar de trabajo agradable y alegre. Además, hay que tener presente que las penurias del trabajador también forman parte del ambiente de  trabajo.
El ambiente laboral es tal vez el único ambiente en que el trabajador no puede elegir con qué personas estar, o la gente que lo rodea, como nos dice Ricardo Ros y el refrán bastante conocido: “Estas son lentejas, si quieres las tomas y si no las dejas”. “Es un mundo en que (el trabajador) se relaciona con todo tipo de gente y se le exige que actúe en sinergia con ellos (el colmo) y que contribuya con ellos a conseguir determinados objetivos”. (Ricardo Ros, psicólogo psicoterapeuta).
En un buen ambiente laboral deben concurrir factores materiales, psicológicos y sociales, para motivar al trabajador.
Finalidad
La finalidad de tener un buen ambiente de trabajo es buscar un empleo racional para el trabajador en función de su capacidad física, fisiológica y psicológica, para conseguir de él un mejor rendimiento, con un menor esfuerzo y una menor perturbación biológica y psíquica, según nos lo dice el maestro C. Simonín, y de igual manera lo afirma Anne Anastasi cuando dice que: “… se ha reconocido que la eficiencia en el trabajo depende, en parte, de las características del medio ambiente”. (Psicología Aplicada – Psicología del Trabajo, pág. 46).
El primer objetivo en un buen ambiente laboral creemos que debe ser aprovechar al máximo el espacio; armonizar la energía teniendo en cuenta la luz natural y el aire fresco; a su vez es recomendable no usar material inflamable, tener paneles de separación con funciones técnicas y acústicas y resistentes a la humedad. Lo ideal es adaptar los muebles a las necesidades del trabajador, sin dejar de tener en cuenta la belleza, el color, relacionándolo con la edad promedio de los trabajadores.
Y para levantar la moral y aliviar la desazón de la monotonía se debe poner, en el centro de trabajo, música adecuada a la actividad y los riesgos.
El ambiente laboral tiene gran influencia en la cantidad como en la calidad de la producción de los trabajadores; he ahí la importancia que se le debe dar para manejarlo y hacer del centro de trabajo un lugar cómodo y agradable.
Pedro Rafael Camaro nos dice que el medio ambiente laboral involucra, de alguna forma, la organización y estructura del trabajo. Y agrega que el estudio del medio ambiente laboral comprende, fundamentalmente, problemas relacionados con lesiones corporales y factores nocivos físicos o químicos, por ejemplo temperatura en los lugares de trabajo cuando no es confortable y adecuado, la humedad o iluminación, o, a veces, demasiado ruido, polvo o los trabajadores están expuestos a substancias tóxicas. (Aproximación y Calidad de Vida en el Trabajo – Venezuela).

Características
También hay que tener en cuenta y controlar los conflictos, porque ellos alteran y desmejoran el ambiente de trabajo y disminuyen su eficacia; de igual manera, el cúmulo de preocupaciones del trabajador y penurias tanto materiales como inmateriales; en estos casos las empresas deben ayudar a sus trabajadores. Quien esto nos aconseja es nada menos que el insigne maestro alemán Erich Arndt. (Política de Salarios, pág. 166).
En un ambiente de trabajo donde prima la autocracia y los trabajadores laboran aisladamente, desconfiando los unos de los otros, en actitud belicosa y a la defensiva, constituye un riesgo. Es como tener cerca la estopa y el pedernal, y, como dice el refrán, “…sólo  falta que el diablo sople y habrá fuego”.  Se ha establecido, por los estudiosos del tema, que trabajar en  público  con  objetos  de  valor, con personas estresadas y/o trabajar solo, constituye un factor de alto riesgo.
Muy al contrario a lo dicho, las buenas instalaciones, con adecuada ventilación, luz y/o calefacción, mecanismos de seguridad, tienen gran repercusión en la personalidad del trabajador. (Máximo Fernández Hernández: Psicología del Trabajo, pág. 68). Es decir, el medio físico en que se realiza el trabajo tiene notable influencia en la moral del trabajador. 
Un pueblo, ambiente o centro de trabajo se hace lesivo (ofensivo) por los actos de los supervisores, de los compañeros de trabajo o por actos de terceras personas. Los insultos gratuitos de los supervisores (autoridades, adulones del terrateniente o gamonal) hacia uno o varios trabajadores vuelven al ambiente ofensivo; en estos casos, si utilizan sus propios medios y por propias razones, no sería responsable el dador de trabajo o empleador.
La psicóloga Yanina Paredes Demus nos dice que: “…el ambiente hostil de trabajo se produce cuando alguna persona […] adopta conductas o comportamientos de carácter sexual lo suficientemente grave como para crear un ambiente de trabajo intimidatorio, humillante u ofensivo para la víctima”. (Diario El  Comercio, Lima, domingo 28 de agosto del 2005 – Mi hogar, pág. 20).
Cuando en un centro de trabajo es común que se escuchen “tacos” o palabrotas lanzadas por los jefes en su conversación diaria o en el trato con los trabajadores subalternos, el ambiente de trabajo se vuelve hostil; o podría ser que los tacos o palabrotas lanzadas por los superiores sean dirigidas a trabajadores del sexo opuesto y podrían conformar insinuaciones sexuales; si fuesen repetidas en presencia de determinado subalterno podría constituir acoso sexual (por intimidación) sobre todo si crea un medio radicalmente odioso e insoportable.
Se debe evitar, en los centros de trabajo, el uso de palabras o gestos lesivos; y sobre todo no repetirlos en número suficiente como para que no constituyan un ambiente laboral hostil.
El ambiente laboral hostil también  puede  formarse con la exhibición  de  cuadros  pornográficos,  sobre  todo  en  los  lugares  donde  trabajan  mujeres;  fotografías  con  los  mismos o similares motivos; o con pequeñísimos vestidos de baño o bañadores –recordemos que la apreciación del arte es muy subjetivo– y la reacción de un trabajador, varón o mujer, puede ser muy diferente.
“El ambiente hostil de trabajo puede ser creado por los compañeros de trabajo, por los clientes del establecimiento, por los propios jefes de los trabajadores y, en general, por cualquier tercero con capacidad de inferir o afectar el ambiente de trabajo”. (José D. Varillas).
Un buen ambiente de trabajo debe estar libre o exento de ruidos, vibraciones y temperaturas extremas (frío o calor).
El ruido
El ruido es una combinación especial de sonidos simples que, por ser desagradables, no es deseable por persona alguna. (Juan Kaplam: La empresa y la salud de los trabajadores, pág. 62).
Según Manuel Parra, el ruido: “… es un sonido molestoso que produce daño. El ruido aumenta la fatiga y la monotonía en el trabajo; dificulta la comunicación, lo que en algunas actividades puede influir a que se cometan errores y ocurran accidentes”.
“El ruido puede causar una serie de daños en el oído, además de la sordera, por ejemplo trastornos en el sueño, irritabilidad y cansancio”. (Conceptos Básicos en la Salud de los Trabajadores, pág. 62). La palabra ruido deriva del latín “rugitus” y la Real Academia de la Lengua Española lo define como “sonido inarticulado, por lo general desagradable”.
El ruido es azote cada vez mayor, y sus efectos perjudiciales van desde el nerviosismo y la fatiga hasta la sordera temporal o permanente.
El ruido o contaminación acústica, según opinión de los estudiosos, además de causar enfermedades nerviosas puede inducir al suicidio o al crimen.
Según la legislación civil, “el propietario, en ejercicio de su derecho y especialmente en su trabajo de  explotación industrial, debe abstenerse de perjudicar las propiedades contiguas o vecinas, la seguridad, el sosiego y la salud de sus habitantes”.
“Están prohibidos los humos, hollines, emanaciones, ruidos, trepidaciones y molestias análogas que excedan de la tolerancia que mutuamente se deben los vecinos en atención a las circunstancia”, prescribe el Código Civil peruano, en su artículo 961°.
El trabajo en un ambiente lleno de ruidos, sobre todo si son irregulares, produce una tensión nerviosa, siendo el caso más grave el ocasionado en los trabajadores que exigen concentración mental.
El ruido ejerce una acción patológica sobre el sistema nervioso y el aparato auditivo, produce al comienzo trastorno en el carácter, fatiga, falta de atención y negligencia que son causas de accidentes del trabajo.
En los establecimientos industriales, oficinas y otros ambientes laborales, el ruido es, probablemente, el perturbador más frecuente; lo que da como consecuencia mayor esfuerzo para el humano y mayor castigo para el organismo; y se comenta que constituye la primera causa de enfermedades profesionales.
El ruido “… acusa una fatiga nerviosa que es el origen de la disminución de la eficiencia humana tanto en el trabajo intelectual como en el manual”. “El nivel del ruido se mide en decibeles (dB). Hay un nivel medio a partir del cual se considera peligroso y hace necesario protegerse del mismo con los elementos de  seguridad”. (El decibel es una medida de presión de las ondas sonoras).
Un trabajador no debe estar expuesto, en una jornada laboral de ocho (8) horas, a una intensidad de ruido más de ochenta decibeles y no tener jornadas de más de ocho horas diarias. Si el punto de tolerancia fuese sobrepasado se le lesionaría el oído interno produciendo una sordera traumática profesional irreversible.
El ruido es uno de los factores más contaminantes del mundo, y es la causa de varias enfermedades ocupacionales o del trabajo. Estudios científicos han demostrado que los ruidos de los aviones, automóviles… ocasionan daños de audición.
Los trabajadores de tierra de la aviación, generalmente, están muy expuestos a ruidos internos de hasta más de 150 decibeles, como prevención se aconseja exámenes antes de entrar a trabajar en el cargo donde van a estar expuestos al ruido y hacerles un audiograma para establecer la capacidad auditiva del trabajador normal y servirá de pauta en los exámenes posteriores.
El ambiente se puede modificar y evitar los ruidos con el uso de materiales apropiados, tales como: revestimientos interiores o alejamiento de los lugares donde se produce el ruido o con protectores auriculares. También se pueden aislar las máquinas ruidosas. En algunos casos cuando no se pueden aislar las máquinas hay que proceder al contrario encerrando a los trabajadores en cabinas a prueba de ruidos y  desde ahí operar; o el uso de tapones especiales, por ejemplo, los trabajadores de las discotecas.

Vibraciones.– Las vibraciones también afectan el sistema nervioso y causan perturbaciones neuromusculares, inflamaciones de la mano y muñeca (según la herramienta que las produce), disminución de la sensibilidad de la piel y dolores.
Las vibraciones pueden causar graves alteraciones en la salud, dependiendo mucho de la postura del trabajador y de la actividad que desarrolle, siendo algunas veces muy diferente la una de las otras, porque no todos los individuos presentan la misma sensibilidad ante diversas situaciones que se presentan. Los efectos más frecuentes son traumatismo a la columna vertebral, dolores abdominales y digestivos, así como dolores de  cabeza.
Calor
Se considera como un valor de riesgo cuando la temperatura corporal aumenta por encima de los 38° Celsius; en tales circunstancias el riesgo de muerte es eminente. En algunos trabajos las condiciones de temperatura que se alcanzan son tales que pueden acabar por superar las condiciones naturales de regulación y poner en riesgo a la persona del trabajador.
Nos dice Franco Vincenzi Díaz que cuando al trabajador se le obliga a una continua exposición al calor  (solar o de otra índole),  el calor provoca sudoración excesiva, inevitablemente evaporación y ésta a su vez produciría sarpullido. En estos casos la piel erosiona debido al roce y provoca infecciones bacterianas o fúngicas, por ejemplo en el cuenco de las axilas, bajo las mamas, en la ingle, inclusive entre las nalgas (enfermedades profesionales, respiratorias y de la piel).
Frío
El organismo humano debe tener una temperatura profunda constante (por encima de los 36° C) para lo cual produce calor. Si la temperatura  interior fuese baja (exposición al frío) el calor producido en forma natural se pierde aceleradamente llegando a poner en riesgo la vida.
El frío produce incomodidad y obliga a un mayor esfuerzo muscular, con  aumento del riesgo, de  lesiones musculares, disminución de la sensibilidad de la piel con peligro de sufrir accidentes.
Hay trabajos, que por el lugar donde se efectúa la labor, requieren trajes de protección adecuados. La carga del trabajo y el aumento del frío o del calor, puede transformar una ocupación fácil en un trabajo extremadamente duro y tedioso.
Espacio Vital
Cuando en un centro de trabajo hay poco espacio o demasiado personal, no solo se observa un rendimiento mínimo sino también un agotamiento mayor, que produce alteraciones psicológicas motivadas por la tensión nerviosa, porque cada persona se siente observada y acosada en todos sus actos, lo que irrita interiormente.
La palabra vital, deriva del latín “vita”, que significa vida.
El término espacio vital se puede definir como el ámbito territorial necesario para una correcta convivencia entre los trabajadores en el desarrollo de sus actividades profesionales; es decir, poder actuar libre y cómodamente; tener un contorno o perímetro donde se pueda actuar con libertad.
 La multiplicidad de ocupaciones o frecuentar  diversos centros de trabajo, la velocidad, el tiempo y las distancias son lo que desesperan, desequilibran emocionalmente a las personas.
Juan Kaplam nos dice que en los talleres donde se desempeñan simultáneamente muchos trabajadores, cada uno de ellos debe disponer de una superficie libre de piso no inferior a tres metros cuadrados. El objetivo de esta regla es evitar el número excesivo de personas en el local, disminuir los riesgos por accidentes y permitir el aislamiento térmico de cada individuo, de tal manera que la dispersión del calor excedente del mismo no influya o perjudique a sus vecinos. (La Empresa y la Salud de los Trabajadores, pág. 143).
Para eso existen reglas o normas de comportamiento, así como muebles ad hoc para cada caso, por ejemplo las digitadoras o digitadores, es decir trabajadores que laboran escribiendo en computadoras u ordenadores.
Trabajo Nocturno
Años ha se afirmaba que “el día se ha hecho para trabajar y la noche para descansar”. Y se agregaba que la oscuridad da al humano la oportunidad de descansar. “Entre tanto que el día dura, la noche viene y nadie puede trabajar”. (La BibliaNuevo Testamento, Juan 9:4).
Consuelo Vásquez Páez nos dice que: “el medio ambiente cambia constantemente y en esta carrera nos vamos alejando de nuestros principios naturales de vida, provocando un desequilibrio físico, mental y espiritual, lo que trae como consecuencia la pérdida del más preciado tesoro: nuestra salud”. (Salud Integral para vivir mejor).
Al respecto, tratando de proteger a la raza humana de los peligros que trajo el maquinismo y que ahora se agrava con la globalización, se han esbozado algunas teorías que muchos predican, pero que otros afirman que no hay nada comprobado científicamente.
Con los tiempos modernos se requiere mayor velocidad en el ritmo del trabajo; en algunas industrias, sobre todo, para bajar sus costos de producción laboran  en  forma  continua  y  establecen  jornadas  de trabajo  acorde  con  las  necesidades del mercado; pero Ibcia Santibáñez Lara (neuróloga-fisióloga) establece –como consecuencia de concienzudas investigaciones–, que la velocidad o ritmo del trabajo no depende del trabajador o del empleador y, en clara alusión a las jornadas corridas en las veinticuatro (24) horas del día natural en jornadas por turnos y trabajo nocturno, apoyándose en las afirmaciones de William Dement T. Kersted, concluye que hay una conducta humana que muestra que las personas están hechas para trabajar de día y dormir de noche.
Ibcia Santibáñez dice que “el ser humano cuenta con varios osciladores o conjunto de células especializadas, conocidas popularmente como ‘relojes biológicos’, uno de ellos está programado para las 24 horas del día. Esta es una unidad de funcionamiento que sigue los ritmos del planeta al dar vueltas sobre sí misma en 24 horas y para ‘marchar’ de acuerdo con las horas de luz del día, asimismo,  controla la temperatura corporal. Esto último permite el óptimo de todas las reacciones químicas de cada célula del cuerpo, entonces –afirma la fisióloga– este reloj nos da una forma diurna de trabajo. Tenemos una programación biológica: el día es para trabajar y la noche para dormir. Este oscilador o reloj biológico está programado para trabajar de día y dormir de noche y por lo tanto la forma de trabajo óptima es durante el día.
El trabajador debe estar informado de lo que ocurre en su funcionamiento corporal, como ser social con las diferentes modalidades horarias de trabajo.
Agrega la mencionada neuróloga: “…además de osciladores  o relojes biológicos de 24 horas, tiene osciladores que son parcialmente independientes de la hora, del día y son importantes para las capacidades intelectuales de las personas, como por ejemplo, osciladores que determinan la capacidad de resolver problemas matemáticos, la creatividad o la concentración del sujeto”. “Estas actividades no se pueden desarrollar a cualquier hora del día, sino que dependen de osciladores cerebrales, que obedecen a ritmos biológicos específicos”.
También dice la susodicha que hay que tener presente los conceptos de “matutinidad” y “vespertinidad”; que los primeros tienen mayor capacidad para trabajar en las mañanas y que conforme avanza la mañana su capacidad va declinando, sobre todo más en su calidad que en su cantidad.
Los segundos, o sea los vespertinos, que según la neuróloga predominan en la población, comienzan más tarde,  pero  su  capacidad  va  increcendo  en el día. Éstos tienen mayor capacidad para trabajar en los turnos nocturnos o soportar los cambios de turno.
Continuando con lo aludido  por  la insigne científica,  ésta  afirma  que  hay un modelo de oscilación –que es la mayoría de la población– es una oscilación espontánea que todos tenemos. Manifiesta que: “… hay dos períodos de las 24 horas del día que baja el estado de alerta y toda la productividad. Uno de ellos ocurre alrededor del mediodía y por dos o tres horas y media, es el período que llamamos de siesta, y ocurre en toda la humanidad”. Asegura que en este período se produce la mayor cantidad de errores en las tareas que exigen concentración o un alto nivel de aprendizaje.
“El otro período es la madrugada entre las 03:30 y las 06:00, dependiendo si es matutino o vespertino, es donde ocurren los accidentes laborales e, incluso, los accidentes automovilísticos más graves”.
Los vespertinos se acomodan más a los diversos horarios de trabajo. Los japoneses proponen una combinación de pequeñas siestas (con la ayuda de fármacos) y están consiguiendo altísimos rendimientos (ver karoshi, nota especial).
“A medida que las ciudades crecen también crece el tiempo de desplazamiento al lugar de trabajo y todo esto se ha considerado parte del trabajo. En el viaje al trabajo, el sujeto se dirige a cumplir su tarea, y en ese lapso no está disponiendo libremente de su tiempo, que es la definición propia de un descanso”. (Ibcia Santibáñez, neuróloga-fisióloga: Tenemos una Programación Biológica: el Día para Trabajar y la Noche para Dormir).
Trabajo por turnos
El trabajo, por cuenta ajena, normalmente como lo fue hace un porrón de años, tal vez de siglos, debe ser de día para que coincida la actividad laboral con la actividad fisiológica. La jornada laboral debe realizarse entre las siete a nueve (07:00 a 09:00) horas a las dieciocho a diecinueve (18:00 a 19:00) horas.
Los trabajos por turno son aquellos que se desarrollan por distintos grupos sucesivos, cada uno de ellos en su jornada laboral que en total hacen dieciséis (16) o veinticuatro (24); en estos casos “todos” ocupan el mismo puesto de trabajo en una actividad continua.
Se ha comprobado que los trabajadores por cuenta ajena, que laboran por turnos, no están ni menos ni más satisfechos con el horario y con el trabajo en general, que los que tienen jornada diurna; y creen los estudiosos que se debe, posiblemente, a la falta de adaptación de los ritmos circadianos y sociales.
Las personas necesitan cuando menos tres (3) comidas diarias, si fueran calientes mejor, con cierto aporte calorífico y en un horario que debe ser regular; pero muchas veces es interrumpido por el trabajo en horario por turnos, las personas que trabajan por o en turnos se supone aplazan la comida.
Los turnos de noche requieren aumento de consumo de café, tabaco y excitantes (factores que ayudan a la aparición de dispepsias) creemos que tenga que aplazar alguna comida o saltearla, por ejemplo el desayuno después de un turno de noche. Esto produciría alteraciones en el ritmo del sueño.
El sueño comprende dos (2) fases: el primero un sueño lento y el otro un sueño rápido. Durante la primera fase se da un período inicial del sueño ligero; y, en el segundo período, un sueño profundo, en el que las constantes fisiológicas y el tono muscular disminuyen. Esta fase del sueño permite la recuperación física del organismo.
 La fase del sueño rápido o sueño paradójico es la que permite la recuperación psíquica. Durante esta fase, que se repite unas  cuatro (4) veces durante el sueño nocturno, aumentan las constantes fisiológicas, metabólicas y endocrinas; aparecen una serie de movimientos oculares rápidos y se produce la actividad onírica.
“Para recuperarse de la fatiga diaria es necesario dormir […]  alrededor de siete horas durante la noche, de manera que puedan darse todas las fases del sueño y se facilite la recuperación física durante las primeras horas del sueño y la recuperación psíquica en las horas siguientes”.
Con “el trabajo nocturno […] esto no es posible, ya que el sueño se ve alterado, no produciéndose nunca una adaptación plena al cambio de horario”. Esto hace que “se produzcan una serie de errores, dificultad de mantener la atención, de percibir correctamente la información o de actuar con rapidez […], en el turno de noche se obtiene un menor rendimiento y una menor calidad de trabajo, sobre todo entre las 3 y las 6 de la madrugada”. (Trabajos a Turnos y Nocturno; aspectos organizativos - Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales – España).
Romeo Lucioni, en sus cavilaciones, se preguntaba ¿Por qué el humano en el tiempo que duerme perdía su tiempo, tanto tiempo de su vida?
La idea la compartía con el neurólogo Allan Rechschaffen (1998) y comentaba que ese lapso podía utilizarlo en trabajar, producir, pensar, etc.; pero, más tarde –por los estudios realizados sobre el sueño–, llegó a la conclusión que se trata de una función en la cual existen fases.
La primera: una fase de sueño lento (caracterizado por un EEG de ondas amplias de baja frecuencia respiratoria) en la cual bajan progresivamente el ritmo cardiaco y la frecuencia respiratoria, movimientos oculares lentos y asimétricos, aumento del umbral perceptivo.
La segunda, una fase de un sueño rápido REM (EEG con ondas rápidas y de bajo voltaje) durante la cual se registran movimientos oculares rápidos (los ojos tienden a moverse como durante la vigilia, sincronizados).
Y Lucioni continúa: “Es notable la importancia del sueño REM ya que, cuando hablamos de sueño nos referimos, casi siempre, a esta fase que, además de las características señaladas, presenta: 1) total pérdida del tono muscular; 2) inflamación del pene y del clítoris (inflamación: de inflamar; e, inflamar acalorar, enardecer las pasiones y afectos del ánimo), 3) aumento del umbral perceptivo y reducción de las funciones vitales.
Y concluye diciendo, refiriéndose al sueño, que “… es la función físico-biológica más importante de la vida del ser humano, ya que ocupa  casi el 30% del tiempo cotidiano”. Y en sus estudios llega a la conclusión, que la falta de sueño rápido –del que nos comenta también Ibcia Santibáñez– induce a estados de irritabilidad y de desequilibrio psíquico que, según algunos investigadores, puede ser causa de graves patologías psiquiátricas (delirios, alucinaciones, etc.).

Dormir de día y trabajar de noche
Hugo Francisco Rostagnaro manifiesta que: “el  comportamiento humano y en general todas las actividades fisiológicas están influenciadas por la luz natural”.
“La actividad y el reposo que se denominan vigilia y sueño, respectivamente, son de carácter cíclico y por esa razón a este ritmo biológico de los seres vivos se les puso el nombre de “ritmo circadiano”.
Afirmando que: “… el hombre posee un ‘reloj biológico’ dentro de su cuerpo que permite la sincronización de los ritmos fisiológicos tales como la luz y la obscuridad que son indicios fundamentales del medio  ambiente y que influirán directamente en el ser humano y en su conducta laboral”. Y agrega: “… cuando no son atendidos como corresponde pueden llevar al ser humano a padecer diversos trastornos en su cuerpo…”. Y anota que: “… un diez a quince por ciento de la población económicamente activa  trabaja  de  noche,  con  dificultades, que ello le trae aparejado en su vida profesional, social o privada”.
Con el maquinismo primero y, consecuentemente, la gran  producción, y, finalmente, la globalización, al mundo lo hacen trabajar más. Aparece la palabra “negocio”, que proviene del latín; y, según Hugo Francisco Rostagnaro, es “negación del ocio”; y dice que estamos trabajando más horas que lo conveniente para nuestra salud y nos estamos negando el “ocio” que es algo muy importante para nuestra vida de relación.
A los trabajadores, que habitualmente laboran por turnos, se les modifica sus horas de sueño, produciéndoles dificultades, lo que les puede crear múltiples problemas en su salud, como, por ejemplo, trastornos digestivos, estrés, fatiga, cambios en el humor.
Las jornadas de trabajo por turnos, sobre todo nocturnos, pueden ocasionar trastornos en la vida del trabajador, porque lo predispone a cometer errores y serias bajas en su rendimiento. Las horas en que las consecuencias aumentan y se agravan son entre las 3 y 5 a. m. Además, cuando el trabajador, por cuidarse y conservar el puesto de trabajo, ingiere para contrarrestar la somnolencia (ganas de dormir, pereza, falta de actividad) suele realizar ingestas no programadas, lo que lo lleva a que coma demás y tenga problemas de sobrepeso. Se comenta que esto es muy común entre el personal de enfermería.
Y continúa expresando, el autor mencionado, que además se le presenta una menor capacidad de adaptación a nuevas situaciones; falta de atención y concentración en su trabajo por lo que sufre serias alteraciones en el sistema inmunológico y endocrino.
Algunos trabajadores en esta situación suelen usar, para disminuir su estado de somnolencia, substancias excitantes o euforizantes (productos que dan capacidad para soportar el dolor y las adversidades) como cafeína, nicotina y alcohol. Otros suelen recurrir a las siestas no programadas, lo que puede traer un riesgo según lo que se encuentren realizando.
Horas extras
Según estudios, está comprobado que la jornada diurna no debe superar las ocho (8) horas, porque entre otras consecuencias reduce el tiempo para descansar en el día.
Si se tratase de trabajo por turnos, como regla general, no deben hacer trabajos en horas extraordinarias u horas extras; pero, en situación apremiante, y tratándose de la misma faena y previo consenso –entre trabajador y empleador– no debe repetirse, sino sólo una  vez, o máximo dos, dentro de la semana. Por la noche no debe permitirse trabajo en horas extras en actividades exigentes física y/o psicológicamente en el trabajo monótono o aburrido; por ejemplo, en el caso de choferes ruteros.
Quien altera la sincronización de los ritmos biológicos está poniendo en riesgo su propia salud ya que ésta sometiéndose a medios sincronizadores distintos y contrarios, porque tendría que trabajar en fase de desactivación y también esforzándose, por lo que es muy fácil que llegue a la fatiga muscular y mental; por eso se aconseja a los choferes ruteros no manejar de noche por muchas horas.
                                      EPÍLOGO
En el trabajo nocturno el esfuerzo humano es sometido a condiciones mucho más desventajosas que en el trabajo diurno. Según los estudios realizados, es perjudicial para el trabajador que está más expuesto a contraer enfermedades orgánicas y tiene menos esperanzas de vida.
Más o menos un treinta y tres por ciento (33%) de los trabajadores en turnos de noche padecen del estómago o del intestino, con cierta frecuencia de úlceras gastrointestinales y otros trastornos orgánicos producidos por la falta del sueño. El trabajador que tiene un trabajo rotativo o por turnos tiene grandes posibilidades de contraer cáncer al colon.
La razón de todo –como hemos visto supra– es que el cuerpo humano no puede cambiar la secuencia natural del día y de la noche; las funciones biológicas, la temperatura corporal, secreción hormonal, biliar, así como los latidos del corazón y las reacciones motoras que le reducen su actividad en la noche.
El trabajo nocturno es más debilitante que el del día; y, lo que es más grave, el trabajador que labora en las noches no puede conseguir el descanso verdaderamente reparador en el día; el mundo es más bullicioso en el día que en la noche, sobre todo en el entorno del trabajador; el día se hizo para trabajar y la noche, por la oscuridad apropiada, para descansar, como lo dijo Juan.
En suma, el trabajo nocturno es más extenuante y penoso que el diurno, de ahí la necesidad de que goce de una jornada reducida, nos aconseja el juslaboralista José Montenegro Baca. (Jornada de Trabajo y Descansos Remunerados – T.I, pág. 314). Es esa una de las razones que el trabajo nocturno esté prohibido para los adolescentes. Y, en algunos casos, a los trabajadores de hoteles, restaurantes y similares, después de las doce de la noche, el empleador les abonará a los trabajadores que laboren hasta esas horas los gastos de movilidad, una sobrerremuneración que les corresponde por el trabajo nocturno; asimismo debe hacerse en el caso de los trabajadores de la salud.
El trabajo nocturno, en los casos de necesidad y por la naturaleza del trabajo, debe tener una jornada más corta y un recargo independiente de la sobretasa por trabajo extraordinario. Además, el trabajador debe recibir un refrigerio, por cuenta del empleador o dador de trabajo, en un lapso de descanso incluido en el tiempo de la jornada. Aunque para tal efecto sea necesario enmendar la Constitución Política del Estado, pero en esto, por tratarse de cuestiones laborales, se puede dar la ley y después enmendar la Constitución, porque de presentarse el caso se aplicaría el Principio de la Norma más Favorable para el Trabajador; así lo determina la doctrina laboral comparada.
En el señalamiento de la jornada de trabajo nocturno hay que tener en cuenta el trabajo riesgoso, ambiente tóxico, trabajo con elementos químicos, trabajos submarinos, trabajos subterráneos, etc., procurando en lo posible que el tiempo de la jornada coincida con lo señalado por el reloj biológico; la “matutinidad” y “vespertinidad”, previa selección de los trabajadores, con mucho cuidado y tino, como nos hablan los neurólogos, biólogos, psicólogos laborales y otros tantos científicos.


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