martes, 30 de abril de 2013

MAQUILADORAS

MAQUILADORAS

Miguel A. Suárez Sandoval        


Maquila, según la Academia de la Lengua Española, es: «Porción de grano, harina o aceite que corresponde al molinero por la molienda».
Como palabra deriva del árabe makila. En algunos países se le conoce como sinónimo de «fábrica».
Se estima que el origen de las maquilas se remonta al siglo XIX en los ingenios azucareros de las Antillas, que obtenían materia prima (la caña de azúcar) de los cultivadores a quienes llamaban colonos; éstos cobraban en  azúcar el valor de la caña entregada, de acuerdo a las normas establecidas por los mismos ingenios. (lamaquilaura.bloc.com).
Maquilas también se les llama a las empresas que se dedican a producir o fabricar productos para la exportación; casi todas trabajan con mano de obra femenina; funcionan según la lógica del libre mercado, su objetivo es bajar costos y aumentar  la productividad. Se caracteriza por tener una política antisindical y falta de cordialidad con las organizaciones sindicales.
Las condiciones desfavorables en las que trabajan las mujeres maquiladoras  –cosen y ensamblan las partes de una prenda– son simplemente medievales. Trabajan a destajo donde no se respeta la dignidad humana, derechos laborales básicos como descansos y remuneración, ni la protección sobre seguridad social, donde las mujeres maquiladoras terminan trabajando con un salario y condiciones de trabajo que se parecen a la esclavitud y es el origen o causa de la pobreza. Según Washington Mendoza Aguirre, la maquila es un sistema de «producción» y «explotación» (Consumo, Cuidado con el Libre Comercio. ¿Menos subsidios agrícolas en el Norte?, un organismo con piola).
Hemos dicho que el objetivo del maquilero, dueño de la máquina o de la fábrica, entre otros, es aumentar la producción, según lamaquilamaura.bloc.com, como muchos otros comentaristas escogen mano de obra femenina con la intención de abaratar los costos laborales, que la prefieren bastante joven, entre los quince (15) y veinticinco (25) años; mujeres solteras, sin hijos y que no estén embarazadas, siendo esto para los maquiladores causal de despido aún contra la ley.
Hay gran discriminación, sobre todo en cuanto a salario, aún desarrollando los mismos trabajos que los varones; tienen jornadas de trabajo excesivas en centros de trabajo mal ventilados; son víctimas del acoso sexual y se les obliga a trabajar con gran retención de la orina, que les provoca problemas de salud como vómitos, sinusitis y alergias.
Productividad entendemos que es: la producción (de trabajo) en un tiempo determinado dentro de las facultades colectivas de la mano de obra e implementos que disponga; también se puede decir que es: la cantidad de bienes materiales producidos en una unidad de tiempo; pero hay que comprender que la productividad depende de una serie de factores, entre los que se debe tener presente la destreza del trabajador, la disponibilidad de la ciencia y la tecnología, condiciones de trabajo y el estado de ánimo del trabajador, por lo que el dador de trabajo debe darle al trabajador un nivel de salud compatible con la labor a realizar y no buscar simplemente relocalización o, mejor dicho, instalación de fábricas de países desarrollados en otros subdesarrollados para bajar sus costos de «producción» sin respetar ni reconocer ningún beneficio a los países receptores. Actualmente se han instalado en América Latina donde se dice que la mano de obra puede resultar más barata que en Taiwán o Corea del Sur.
Alma Espino y Paola Azar nos dicen que: “… la posibilidad de desplazamiento de las empresas fuera de sus fronteras constituye una presión para las organizaciones de trabajadores y limita sus reivindicaciones” (Comercio Internacional: ¿Una oportunidad para la equidad social y de género?, pág. 11).
Martín Barrios Hernández dice que: «Las jornadas en las plantas maquiladoras de la región, se caracterizan por la sobrecarga de trabajo,  descuentos por retardos o faltas injustificadas, que pueden ser de dos a tres días de salario, omisión en la afiliación al seguro social de sus trabajadores, además de una fuerte presión para que  abandonen su derecho a una participación  sindical…» (Martín Carlos Ramales Osorio: La Crisis Financiera Internacional y la Economía Mexicana en el Contexto del TLCAN).
Comentan que el negocio de las maquilas es algo engañoso. En los países donde se produce, exporta una cantidad de millones de dólares; pero, al mismo tiempo, las empresas importan una cantidad muy similar. De hecho se trata de los mismos productos que han sido nuevamente reexportados.
El saldo que queda después de las dos operaciones, «… por concepto de arriendo de terreno a las maquilas, salarios de hambre, costos de aprovisionamiento como agua potable, electricidad y mantenimiento de las máquinas. No se cobran impuestos sobre las exportaciones ni las importaciones, ni tasas comunales o derechos de aduana». «Ni tampoco transmiten conocimientos y tecnologías avanzadas, según estudio de Oxfam, Bélgica; y vuelven insensibles a los que deciden su instalación en los países receptores. Como hemos dicho supra, los recién nacidos hijos de las maquiladoras nacen bajos de peso, según Silvia Guendelman y Stevan Samuels.
Rosa Cobo, de la Universidad Autónoma de Madrid – España, comenta que: “… las maquilas o zonas francas ofrecen nuevas oportunidades de trabajo, pero bajo condiciones propias del siglo XIX”. Y agrega: “En general, suelen ser empleados o sujetos a ‘contratos temporales’; expulsadas cuando no cumplen con las más altas tasas de productividad y con sueldos, en muchos casos, por debajo de la subsistencia”. (El Siglo del Torreón.commx, del viernes 9 de enero del 2004).
Al respecto nos dice el Rvdo. P. Casimir Puskosius CMRI que: “A la causa de la triste historia de las fábricas explotadoras de obreros (…) los gobiernos deben tomar medidas para imponer el salario mínimo cuando no existan gremios lo suficientemente fuertes para forzar a los patrones a pagar un salario vital”. (El trabajador merece su sustento (…) La necesidad de un salario mínimo obligatorio).

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