SEXTO ANIVERSARIO
EN EL MUNDO VIRTUAL
Miguel Suárez Sandoval
HAGAMOS
LA PAZ LABORAL
Y
HABREMOS PUESTO LAS BASES
PARA
LA PAZ MUNDIAL
La vida vale o no por lo que hacemos en ella,
chiquitos o grandes; humildes o soberbios. Por lo que hacemos en beneficio de
nuestro prójimo, especialmente por nuestros hermanos: los trabajadores subordinados
o hiposuficientes, como los llamó Víctor Mozart Russomano; o egoístamente
enriquecemos con la pantalla de “no espantar las inversiones”, porque los trabajadores
por cuenta ajena son una minoría. Es decir, de una u otra forma son
discriminados… Sin tener presente que DISCRIMINAR ES CORRUPCIÓN.
Han
transcurrido seis (6) años desde el día en que nos iniciamos en el mundo
virtual; seis (6) años de mi vida. Pero, ¿qué es ese lapso en la historia de
las ciencias de la comunicación? ¡Nada!
Rememoro
en mis casi 20 años de soledad que pasé en mi vida, algunos de ellos en la
selva peruana: Oxapampa, muy bonita ciudad. En ella conocí a un fraile
franciscano, natural del País Vasco, España. Nos hicimos amigos y, generalmente,
los días lunes almorzábamos juntos en un albergue religioso, donde él tenía un
lindo colmenar.
Existe
un refrán, creo que es español, que dice: “Un grano no hace granero, pero ayuda
a su compañero”. En el transcurso del tiempo he ganado experiencia. Y creo no
fue en vano “cambiar
los hábitos por la toga”.
Una
mañana, mientras caminaba entre las colmenas, el amigo fraile me llamó y me
preguntó: “¿Qué haces en el colmenar?”. Reflexionando le contesté: “Caminando”.
Y agregué: “Si
sabes caminar en medio de colmenas, sabes caminar en la vida”.
Un día
de esos transcurridos –más o menos cincuenta (50) años– de los tantos que pasan
en la vida (en la capital peruana), a solas con mi conciencia, me pregunté: “¿Estoy
haciendo lo que debo hacer?... ¿Soy tal quien debo ser?”
El
hombre es el fin, porque es hombre. Y no puede ser usado como un medio. Las
cosas son un medio. Culpar a la vida de lo que en su trayectoria no hemos
podido alcanzar, es confundir el medio con el fin.
Los
estudios son la fuente de la sabiduría; pero, talvez no sean el origen de la
riqueza; más bien cuando esa sabiduría está al servicio de la clase trabajadora
nos aleja de aquella.
Bienaventurados
los que buscan el porqué. Pues, ellos encontrarán el camino que los lleve al
“reino prometido”, donde serán útiles y no considerados “peligrosos”.
Antiguamente
se pensaba que el día se había hecho para trabajar y la noche para descansar; pero
no todos en el día pueden trabajar, ni todos en la noche pueden descansar. El
hombre es cocreador del mundo y, conforme pasan los siglos, lo va modificando;
sobre todo a partir de la Revolución Industrial… ¡Ojalá sea para bien!
Al
inicio el hombre trabajaba individualmente: no conocía las ventajas del trabajo
colectivo. Pero, con el tiempo y circunstancias, fue descubriendo al trabajo
en equipo, el “trabajo digno” –por el que tanto se afanaba Emiliano Zapata
(Miliano) en las postrimerías de la Revolución Mexicana– que todos estos, con
la tecnificación dieron origen a las diferencias y subordinación, así como la
pérdida de derechos adquiridos, lo que no es lícito, incluso podría
considerarse delito.
Se
decía y aún se dice que los derechos laborales del trabajador por cuenta ajena
son irrenunciables; pero, ¿acaso al trabajador, hombre o mujer, le enseñaban cuáles
eran sus derechos como hombre-trabajador por cuenta ajena? Salvo algunos
partidos políticos. De eso se aprovecharon los dadores de trabajo del mismo mundo
donde nació el trabajador y fue puesto para que “se enseñoreasen con él” ¡Qué
ironía! Los patrones se aprovecharon para adueñarse de lo que no les pertenece.
Lo que no es por desconocimiento o por necesidad, es por ambición y codicia
coludida con el hambre que los mismos patrones causaron para crear la oportunidad
para aquello.
La
necesidad de comer lo hizo el Altísimo:. pero al hambre y la miseria las
hicieron los que rompieron el equilibrio de la sociedad. Para mejorar la
situación económico-político-social, recalcamos como lo decimos en “QUINTO NO
MATAR”, hay que promover una mejor educación: desde el hijo del que ocupa la
primera magistratura hasta el hijo del más humilde trabajador manual.
¿Y los
poderes del Estado qué? A la hora que se le busca al patrón o empleadores,
estos juegan al ¡Gran Monetón!
Cuando se
terminó de hacer el mundo se pensó en todo lo necesario para que los seres
vivos satisfagan sus necesidades; pero, en lo que no se tuvo en cuenta fue en
lo que al humano le colme su codicia y ambición por el poder y el dinero, por
considerarlo no lícito ni legal. Sugerimos seguir el camino que trazaron
nuestros precursores: rastrear lo que siempre se ha buscado; algo que “ahora”
no existe: la justicia social.
Ahora,
cuando talvez estoy comenzando a vivir la segunda mitad del último tercio de mi
vida, pienso que talvez tenían razón los que nos compararon con la hechura de
don Miguel de Cervantes y Saavedra, porque los juslaboralistas buscan a la
Dulcinea del Toloso; pero menos mal que en ella otros ven a la justicia: la
santa justicia para los trabajadores
por cuenta ajena; los nuevos crucificados en estos últimos siglos, a
quienes seguiremos defendiéndolos en su dignidad humana aunque siempre viajando
humildemente sobre Rocinante, y nuestra única compañía sea Sancho…; y nuestro
común amigo el Tiempo, de quien espero haber aprendido algo; por que lo
considero mi mejor maestro.
Los
códigos, la Constitución y otras leyes, ¿de qué nos sirven cuando solo nos
quedan segundos en el reloj de la vida? ¿De qué nos sirven a los pobres tantos
procesos cuando al dictarse sentencia se necesita algo que no tenemos? ¿De qué
nos sirven?... ¡De nada!
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